Cuando Jonathan Kuminga fue seleccionado por los Golden State Warriors con el pick 7 del Draft de 2021, la NBA se llenó de rumores y expectativas. Su combinación de físico privilegiado, explosividad atlética y versatilidad defensiva lo perfilaba como uno de los proyectos más intrigantes de su generación. Desde sus días en la G League Ignite, Kuminga mostró destellos de estrella: capacidad para atacar el aro, defender varias posiciones y un instinto natural para el juego en transición. Sin embargo, también arrastraba dudas sobre su madurez táctica, toma de decisiones y tiro exterior.
Durante sus primeros años, Kuminga alterna momentos brillantes con otros de participación discreta, en parte por la profundidad de los Warriors y su proceso de adaptación al exigente sistema de Steve Kerr. En la temporada 2024-2025, Kuminga consolidó su rol como titular y referente secundario en ataque promediando 15.5pts/4.6rebs/2.3asits en 24.6 minutos por partido, con una eficiencia de campo del 45.6% y un 31% en triples. Más allá de los números, su impacto se vio en la energía defensiva, la capacidad para finalizar cerca del aro y una mejora notable en la toma de decisiones colectivas. En meses clave, como diciembre, Kuminga elevó su rendimiento, promediando 21pts/ 6.3 rebs en más de 31 minutos, incluyendo actuaciones de 34 puntos y dobles-dobles que demostraron su capacidad para cargar con el peso ofensivo cuando las estrellas del equipo descansaban o estaban ausentes .
Llegados los playoffs, el escenario cambió y Kuminga se enfrentó al mayor reto de su joven carrera. En la postemporada 2024-25, sus promedios descendieron a 6.3pts/1.5rebs/1.3asits en apenas 15.8 minutos por partido, con un preocupante 32.1% en tiros de campo. Esta caída responde, en parte, a la mayor exigencia táctica y física de los playoffs, donde las defensas rivales explotan debilidades y la toma de decisiones se vuelve crucial. Kuminga mostró destellos de su potencial: jugadas de alto voltaje, robos y volcadas que cambiaron el ritmo de partidos, pero también evidenció limitaciones en el tiro exterior y cierta inconsistencia defensiva ante rivales de élite. Su rol se vio reducido en la rotación, en parte por la preferencia de Kerr por jugadores más experimentados en los momentos decisivos.
A sus 22 años, Jonathan Kuminga sigue siendo uno de los proyectos más fascinantes de la NBA. Su crecimiento en temporada regular es innegable y su techo, si pule su tiro y toma de decisiones, sigue siendo el de un All-Star. Sin embargo, los playoffs han dejado claro que la transición de promesa a estrella consolidada requiere tiempo, trabajo y, sobre todo, experiencia en escenarios de máxima exigencia. Los Warriors confían en que Kuminga, con su ética de trabajo y talento físico, terminará por romper el techo que hoy lo limita. Si logra trasladar su impacto de la temporada regular a la postemporada, el futuro de Golden State -y el suyo propio- puede ser brillante. Por ahora, Kuminga representa el eterno dilema del talento joven: un potencial descomunal que aún busca su consagración definitiva en los momentos donde las leyendas nacen.
Ficha del autor
Periodismo UMA / Nadador Club Mediterráneo Málaga
En 'Tiempo de Basket' desde el 07.02.2022