A las puertas del europeo existe una duda que corroe a los aficionados españoles de baloncesto; ¿Qué versión de Willy Hernagómez veremos este año? Y es que el pívot español ha sufrido y sigue sufriendo una carrera atípica, una muestra de cómo los jugadores no son entes estables si no conglomerados dinámicos de sus experiencias. De la inexistencia en la cancha de la NBA hasta un Barça donde es odiado o querido dependiendo de como sube la marea, el caso Willy sigue siendo uno de los enigmas más grandes que tenemos dentro de nuestro territorio ya que, nos seguimos preguntando, como alguien con tanto talento puede pasar por lo que está pasando.
A finales del año 2022, después que España ganara el europeo contra todo pronóstico (el análisis de ese campeonato merecería un par de tomos de volúmenes para llegar a entender qué ocurrió) y Willy fuera nombrado MVP, Zion Williamson entonces compañero del jugador español en los Pelicans, tuvo unas bonitas palabras dirigidas a él: La gente se olvida que Willy Hernangómez fue el MVP en Europa. Y si tienes una mentalidad de baloncesto, no es fácil porque las reglas allí son más duras, es totalmente diferente. Pueden barrer los tiros en el aro, la cancha es más pequeña, la forma de jugar… y ganó el MVP con todo eso. Estas palabras fueron pronunciadas en el contexto de una pésima racha por parte del equipo de Nueva Orleans. En una rueda de prensa un periodista le preguntó a Zion sobre el dudoso talento de su equipo y el jugador americano sacó pecho enseñando como esto no debería ser un problema, ya que incluso tenían entre ellos a todo un MVP de Europa. Seguramente Willy agradeció sus palabras, pero vamos a poner datos sobre la carrera que llevaba hasta entonces.
El mayor de los Hernangómez estuvo 7 años en la NBA en los que promedió 7.3 puntos y 5.8 rebotes para un total de 15 minutos por juego, unas cifras que, pese a no ser pésimas, tampoco son aceptables para un jugador como él y mucho menos si tenemos en cuenta a lo que nos tenían acostumbrados jugadores interiores como Pau Gasol, Marc Gasol, Jorge Garbajosa o incluso Serge Ibaka. La mejor temporada de Willy la tuvo en la 21-22 donde subió sus aportaciones a 9.1 puntos y 6.8 rebotes, insuficiente, aunque hay que tener en cuenta que este rendimiento lo hacía en poco tiempo de juego, es decir en 16.8 minutos por partido. Si seguimos analizando sus números veremos que la aportación de Willy por 36 minutos subiría a unas medias de 17.6 puntos y 13.9 rebotes por partido. Esto es otra cosa, estos sí son números excelentes adecuados al talento del jugador español, pero, entonces, ¿por qué motivo jugaba tan poco si cuando lo hacía rozaba la excelencia?
En este punto deberíamos preguntarnos si la estadística lo es todo o si estamos utilizando solo una parte de ese mismo todo para podernos quedar con lo que nos interesa. Efectivamente no podemos fijarnos solo en los puntos que anota y en los rebotes que atrapa para poder valorar correctamente a un jugador, esto es solo un punto de partida para poder hacer un pequeño esbozo de lo que queremos entender. También existe otro punto a favor de Willy; su cuerpo junto con su movilidad interior lo hacen perfecto para anotar cerca de la canasta, incluso a media distancia no tiene un lanzamiento nada desdeñable, pero donde realmente brilla es al poste bajo, donde sus movimientos anacrónicos son efectuados magistralmente. Dicho esto, ahora podemos viajar hacia el otro lado del espectro, si Willy es tan maravilloso, ¿por qué ha jugado tan poco en la NBA? En mi opinión existen dos factores fundamentales; el primero y el más evidente es su defensa, no es que sea mal defensor o que no soporte bien el contacto, es que le cuesta entender los espacios que debe ocupar y, su desplazamiento lateral para poder llegar a ellos es, en el mejor de los casos, insuficiente.
Otro factor que le ha ido claramente a la contra es su estilo de juego, en los últimos tiempos nos hemos hartado de ver los cambios y la evolución que ha sufrido el baloncesto con su famoso small ball que, en cierta medida, ya se ha instaurado en todo el mundo. Un pívot como Willy, de los de antes, con un tiro exterior irregular, poco móvil y que le cueste entender los espacios es la tormenta perfecta para que no encaje en ninguna región donde se practique el baloncesto profesional. Para finalizar este breve análisis y para no extenderme demasiado, me gustaría hacer hincapié, corriendo el peligro de ser redundante, en como las dificultades expuestas anteriormente afectan al pick’n’roll, que es básicamente la forma moderna de jugar con los pívots. La poca movilidad hace que no reciba el balón donde lo debería recibir y que muchos puntos fáciles que debería tener cerca de la canasta, su especialidad, no se transformen en realidad. Este es uno de los motivos por los que ver a Willy puede resultar muy frustrante, no es algo extraño verle perder un balón cuando va a finalizar, o fallar un tiro fácil cerca por haber perdido la perspectiva del aro.
Mientras sufría todo esto en la NBA y muchos de los aficionados españoles ya lo quería quemar en la hoguera del olvido, llegó el Eurobasket del año 2022 donde hizo el mejor baloncesto de su carrera. Al César lo que es del César y es probable que ese MVP que ganó Willy lo merezca un 50% Sergio Scariolo, el seleccionador nacional. Sergio consiguió dar la tecla adecuada con él, consiguió el sueño, no ya de cualquier entrenador si no de cualquier docente: sacar las virtudes del alumno para que brillen como nunca y esconder los defectos hasta que nadie sea capaz de detectarlos. Cuando Willy alzó ese trofeo se empezó a hablar de un cambio de paradigma con él, que ese jugador anacrónico había muerto y a partir de entonces seríamos testigos de una especie de Willy 2.0, una versión mucho mejor del jugador español. Nada de eso ocurrió.
En los últimos años volvió a su España natal para incorporarse en las filas del Barça, vino como estrella cobrando como tal y sus dos primeras temporadas han sido ciertamente decepcionantes. La primera con polémica incluida con su entrenador, Roger Grimau, y la segunda, ya con Joan Peñarroya, no ha tenido problemas extradeportivos pero con un rendimiento mucho menor. Lo cierto es que, escasos momentos brillantes aparte, Willy ha vuelto a ser una decepción para la afición culé, la misma que fue años atrás para sus seguidores de la NBA.
Pero Willy, a sus 31 años, no ha dicho su última palabra. En una entrevista recientes ha desvelado que se ha pasado el verano cuidando su cuerpo para estar lo mejor posible en el europeo y de cara a la próxima campaña con el Barça y, a la vez, ha insinuado que está en terapia psicológica para poder solucionar ciertos problemas que llevaba arrastrando muchos años. El primer paso para la mejora personal es reconocer los propios errores o defectos y trabajar en ellos, y parece que este es un camino que Willy por fin ha entendido, solo el tiempo resolverá el enigma y nosotros estaremos allí para verlo.
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En 'Tiempo D3 Basket' desde 19.10.2023