Karl Malone, John Stockton, Charles Barkley, Allen Iverson o Steve Nash son solo una pequeña muestra de algunos de los mejores jugadores que han pasado por la NBA y que se han convertido en auténticas leyendas, dejando un gran legado a sus espaldas, sin llegar a conseguir el anillo de campeón. Y es que esto, no hace sino demostrar que no hace falta ganar un campeonato para marcar una época en la NBA y para convertirse en uno de los mejores de toda su historia. Muchos jugadores, históricamente y en la actualidad, han sido, y son denostados e infravalorados debido a no haber podido conseguirlo. Uno de los casos que más me llama la atención es el del ya veterano base Chris Paul.
El verdadero valor de Chris Paul
Muchos hablan de Paul como si, por su condición de no haber podido conseguir un campeonato hasta ahora, esto le quitase mérito a sus 11 selecciones para el All-Star, sus 4 veces como máximo asistente, sus 6 veces como máximo recuperador, sus 4 veces en el mejor quinteto o sus 7 veces en el primer equipo defensivo, entre otros muchos reconocimientos. El mundo del baloncesto ha sido y es muy injusto con un jugador que ha conseguido mejorar y dar un impulso competitivo a todos los equipos para los que ha jugado. Es cierto que, a pesar de haber disputado Playoffs en 12 de sus 15 temporadas en la liga, hasta 2018 no consiguió disputar una final de conferencia con su equipo, y hasta día de hoy aún no ha disputado unas finales, pero creo firmemente que no se debe juzgar a un jugador solo por las finales que haya o no disputado, sino por el legado que ha dejado en la liga tras su paso, y en el caso de Chris, este es tremendo.
CP3 es, sin duda, el mejor base de su generación, y uno de los mejores (Top 10) de toda la historia de la liga. No es solo un grandísimo generador de juego que reparte asistencias, aunque es verdad que es su principal virtud, sino que también es un muy buen defensor y un buen anotador. Sus medias de carrera así lo atestiguan, ya que promedia 18,4 puntos, 4,5 rebotes y 9,5 asistencias. Todo esto en 15 años en la liga, algo realmente complicado de conseguir y, sobre todo, de mantener, como él ha hecho y sigue haciendo durante todos estos años.
Muchos quisieron darle por acabado cuando abandonó los Rockets tras un nuevo “fracaso” (algunos tildaron su paso por Houston de esta manera por no alcanzar unas finales pero no me parece que llevar a un Game 7 a los mejores Warriors pueda definirse de tal manera) al no lograr conseguir el anillo pero parece que CP3 tenía otros planes y el año pasado completó una de sus mejores temporadas en las filas de los Oklahoma City Thunder, llevando al equipo nuevamente a Playoffs como quinto clasificado aunque cayendo en primera ronda tras llevar a los Rockets hasta un séptimo partido. Durante esta temporada lo que, en un principio, muchos habían criticado por ser, aparentemente, un contrato tóxico, ya que cobraba más de 40 M por temporada, se convirtió en el anhelo de prácticamente todas las franquicias de la liga. Un base con su experiencia, sus ganas de ganar y su talento se convertía en una de las perlas del mercado y muchos equipos llamaron a las puertas de los Thunder para preguntar por él. Al final, parecía que Paul no estaba tan acabado…
Chris Paul, como todo competidor nato, puede no llegar a caer bien a todo el mundo por sus exigentes métodos. Salvando las distancias baloncestísticas, en cuanto a personalidad, Paul es un poco Jordan, o estás con él o contra él. Chris siempre exige lo máximo a sus compañeros en cada entrenamiento y es un completo obseso del trabajo duro y de la táctica, lo que, en varias ocasiones, le ha llevado a tener enfrentamientos con compañeros e incluso técnicos. Es por esto que muchos critican sus formas y sus métodos para hacer las cosas, pero así es él y eso es lo que le ha llevado a estar donde está y a conseguir todo lo que ha conseguido. Paul nunca ha aceptado un no por respuesta y siempre ha creído en el esfuerzo como base de todo éxito: “Sigue practicando, nunca dejes que nadie te diga que eres demasiado pequeño o lento”
Hay que entender que esta es su filosofía, su manera de ser. Para él el esfuerzo es innegociable, él es el que primero llega a los entrenamientos y el último que se va y exige a sus compañeros lo mismo porque sabe que si todos trabajasen y se esforzasen como él lo hace, el éxito estaría asegurado. Para mí, sin duda, es una de las mentalidades más arrolladoras y ganadoras de los últimos tiempos en la NBA porque, que no haya conseguido ganar el campeonato no significa que cada año no esté al pie del cañón intentándolo una y otra vez. Y es precisamente esto lo que le distingue del resto. Muchos jugadores, con su edad y su palmarés, por lo único que luchan son por grandes contratos y luego, una vez conseguidos se dejan llevar y disfrutan tranquilamente de sus últimos años en la liga. Pero, claramente, este no es el caso de Paul, ya que a pesar de no estar en equipos top él sigue compitiendo y transmitiendo su afán de ganar a todos sus compañeros vaya donde vaya.
El ejemplo más claro es el de este año con los Phoenix Suns. Equipo que, a pesar de acabar muy bien la temporada pasada, no logró meterse en Playoffs por lo que, con la del año pasado, ya son 10 las temporadas sin poder lograrlo. Es por esto que decidieron dar un golpe encima de la mesa y hacerse con los servicios de Paul que, ya desde el primer día se puso a entrenar con sus compañeros con el único objetivo de conseguir esta clasificación. Y, parece, que a mitad de temporada no va mal del todo la cosa, ya que son segundos en el Oeste con un récord de 24-11.
Este es solo uno de los muchos ejemplos que se pueden dar para definir a un jugador y a una personalidad como la de Chris Paul, porque está claro que no es el mejor anotador, ni el mejor reboteador, ni tan siquiera el mejor asistente de la liga actualmente pero tiene una cosa que muchos otros jugadores se pasan la vida intentando encontrar, Chris tiene ese gen, con el que se nace, y que no se puede aprender en los entrenamientos, Paul tiene ese gen ganador, que no le permite darse nunca por vencido, que le obliga a luchar temporada tras temporada para seguir ganando y que, a sus 35 años, le sigue impulsando para superarse día a día y seguir siendo uno de los jugadores más influyentes de la liga.
Porque, lo que hemos aprendido observándole a lo largo de todos estos años es que se puede ser un ganador sin haber ganado un campeonato, de hecho, muchos jugadores que lo ganan no lo son, muchos de los que, ni tan siquiera, nos acordamos con el paso de los años. Sin embargo, otros que nunca lo han conseguido dejan recuerdos imborrables que permanecerán para siempre en nuestras memorias e historias de superación y esfuerzo, de lucha, de garra y de perseguir sueños que valen mucho más que un simple campeonato. Porque al final, es mandatorio traer a colación el famoso dicho que dice que alguien nunca muere si es recordado y tiene toda la razón. Miles de jugadores han conseguido ganar el campeonato, pero solo unos pocos han conseguido ser recordados sin hacerlo. Y, a mí, ahora mismo, no se me ocurre un ejemplo mejor que el del bueno de Chris Paul que, a sus 35 años, sigue luchando y peleando como si acabase de llegar a la liga. Sigue luchando cada partido como si fuese el último, porque él es consciente de que, poco a poco, se acerca el final y no quiere, dentro unos años, echar la vista atrás y darse cuenta de que no dio todo lo que tenía dentro de sí para lograr el campeonato porque, independientemente de que finalmente lo logre o no, quiere tener su conciencia tranquila en cuanto al esfuerzo que ha empleado para conseguirlo. Porque, como dije antes, no hace falta haber ganado para ser un ganador y Paul, sin duda, lo es. Un ganador y un ejemplo para todos sus compañeros, y, aunque nunca llegue a conseguir el preciado anillo, será recordado como uno de los mejores bases de toda la historia.
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