El milagro de 2022

22 septiembre 2025

Allá por principios de milenio Loquillo cantó sobre un pasado mejor, un tiempo ideal donde los jóvenes decidían sobre su destino y se sobreponían a las dificultades con firmeza y gallardía. Un pasado que no siempre se nos muestra real en el presente debido a nuestra inconsciente capacidad de alterar los recuerdos para que podamos vivir más cómodamente acorde a nuestras decisiones, una especie de trampa de la mente para que la vida resulte más agradable. En este sentido tendemos a considerar que cualquier tiempo pasado fue mejor, y en ocasiones ciertamente lo fue, no obstante, en otras no tanto.

Si Loquillo y su música se hubieran dejado caer por este Eurobasket la canción seguramente se hubiera alzado como un himno dentro del territorio español, un cántico de guerra para recordar quienes fuimos. Tenemos reciente el recuerdo del Eurobasket del año 2022, ese oro conseguido es posiblemente la mayor hazaña del deporte español en toda su historia, y no me refiero a la importancia del título conseguido sino en la manera como se consiguió. Un equipo formado por Darío Brizuela, Lorenzo Brown, Alberto Díaz, Rudy Fernández, Jaime Fernández, Usman Garuba, Willy Hernangómez y Juancho Hernangómez entre otros pudo proclamarse como mejor selección del campeonato. Un Lorenzo Brown magistral acompañado por un Alberto Díaz sublime pudieron hacer MVP a Willy y relanzar la carrera de Juancho en tan solo un verano y, es que no es solo que jugaran bien, es que hacían jugar mal a sus rivales. En mi círculo más íntimo de amigos me refiero a ese Eurobasket como el “Milagro del ‘22” en referencia en la incomprensible gestión del juego que se realizó; se ganaron partidos que seguramente se hubieran perdido en el 80% de las veces, jugadores anotaban lanzamientos muy complicados mientras que los rivales perdían balones absurdos y fallaban lanzamientos cercanos. A medida que avanzaba el campeonato mi incomprensión de lo que ocurría fue a más hasta que estuve seguro del espectáculo surrealista que estaba presenciando.

Lejos de mi intención es quitar mérito a la selección que levantó el oro con Scariolo como entrenador, pero la sensación que tuve durante todo el campeonato es que el equipo había sido hechizado por una varita mágica y que todo lo que les podía salir bien les salía y todo lo que les podía salir mal a sus rivales, también ocurría. Tampoco es que fuera único en mi cruzada ya que la prensa europea, mucho más acertada que la española, vivía alucinada viendo como el equipo rojo iba eliminando una a una selecciones muy superiores sobre el papel. Este, en mi humilde opinión, fue el milagro del ‘22 y nos hizo mucho daño a posteriori. Nos hizo creer que el equipo era mucho mejor de lo que era en realidad y nos hizo soñar con otra época donde el equipo podía seguir luchando al máximo nivel en todos los campeonatos internacionales, dejaré de lado comparaciones como que los hermanos Hernangómez eran los nuevos Gasol por lo ofensivo que me parecieron en su momento. Al poco tiempo pudimos obtener sospechas que eso no era cierto, solo al ver el rendimiento individual de los jugadores en las temporadas posteriores, sin entrar en muchos detalles ni tener que personalizar en nadie, en el mejor de los casos los años siguientes fueron correctos. De este modo nos presentamos en la siguiente concentración internacional como el niño que espera sediento de diversión en su habitación llena de juguetes, pensábamos que podríamos luchar por todo como en la anterior ocasión, pero no fue así, los JJOO del año 2024 fueron un claro presagio de lo que nos venía encima.

La eliminación de este año en el Eurobasket en la primera fase de clasificación ha sido tomada por parte de la afición como la muestra de la finalización de una era dorada que, al menos a corto plazo, no volverá. El público, ese gran soberano, ya estaba aplicando veredicto sobre lo que en la mayoría de las ocasiones ni tan siquiera entiende, es decir, el milagro del ‘22 no fue una muestra de la superioridad española ni el Eurobasket del 2025 una muestra de inferioridad. En mi opinión, este año hemos presenciado justo lo contrario que en el ‘22, o dicho de otra manera, si en el año que Willy fue coronado MVP nos salió todo, en este año no ha salido nada, una especie de justicia poética campando a sus anchas por el parqué. El primer error fue perder contra Georgia, una selección llena de jugadores que podrían ser perfectamente participantes en un torneo de lucha grecorromana, a excepción de Shengelia, Mamukelashvili y algún otro más. España jugó mal y mereció perder, nada que decir al respecto a excepción que el partido nunca se les fue de las manos hasta el final. Contra Italia tuvo opciones hasta el final y lo mismo contra Grecia, una de esas selecciones de difícil encuentro. Los dos partidos restantes los liquidó por la vía rápida, Nurkic y los bosnios todavía no saben qué pasó en ese partido y me ahorraré los comentarios sobre Chipre.

El papel en este Eurobasket nos ha hecho caer en el pesimismo más absoluto, que si Willy está sobrevalorado, que si Parra no sabemos qué hace ahí, que si Juancho no mete una etc.… Creo firmemente que hay motivos de sobra para ser optimistas de cara al futuro; tenemos a dos jóvenes que hicieron un final de campeonato increíble como Saint Supery y Sergio De Larrea, otros que están por llegar o que no pudieron venir por lesiones como Juan Núñez o Hugo González, pero sobretodo todavía tenemos el núcleo del milagro del ‘22, y creo que es ahí donde se debe confiar. Siendo contraintuitivo, no puedo evitar pensar que este grupo de jugadores es mucho mejor de lo que hemos visto y la mejor parte es que todavía su tiempo no ha pasado, jugadores como Yusta, XLA o Pradilla pueden ofrecer un rendimiento más alto del ofrecido este año, tienen talento suficiente para ello. Así, en la próxima competición de selecciones estoy deseando ver al mismo grupo con algunas modificaciones nuevas, un entrenador que substituya a Scariolo que crea en el proyecto y un baloncesto que me demuestre que los milagros no existen.

✅ Comprar entradas NBA