El reparto de minutos en la NBA siempre ha sido un tema delicado. En un deporte tan físico y exigente, la gestión del desgaste de las estrellas puede ser la diferencia entre una carrera exitosa y un final anticipado por lesiones. Este año, llama la atención cómo dos equipos están exprimiendo a sus jugadores principales: los Sacramento Kings y los New York Knicks.
Entre los 20 jugadores con más minutos por partido esta temporada, cuatro pertenecen a los Kings: De’Aaron Fox (37.3), Keegan Murray (36.3), Domantas Sabonis (36.0) y DeMar DeRozan (35.5). Curiosamente, por parte de los Knicks, Mikal Bridges (38.4), Josh Hart (36.8) y OG Anunoby (36.8) también se encuentran en esta lista de líderes en minutos. Dos estilos de juego diferentes, dos conferencias distintas, pero una estrategia que recuerda a los días de Tom Thibodeau, conocido por su tendencia a sobrecargar a sus estrellas.
Mike Brown y el fantasma de Thibs
El año pasado, los Kings terminaron terceros en el Oeste con un juego rápido y ofensivo que revitalizó a la franquicia. Sin embargo, el comienzo de esta temporada ha sido un baño de realidad: ocupan el 12º puesto, fuera incluso del Play-In. Las minutadas parecen un intento desesperado de Mike Brown por recuperar el rumbo y volver a competir por los primeros puestos. Pero, ¿a qué precio?
Tom Thibodeau, es famoso por llevar a sus jugadores al límite. Derrick Rose, Jimmy Butler y Joakim Noah son ejemplos de estrellas cuya salud se resintió bajo su mandato en Chicago. Si bien su estrategia ha tenido resultados positivos en la Gran Manzana (terceros del Este esta temporada y segundos la pasada), el desgaste acumulado puede pasar factura en playoffs, cuando las piernas frescas son un bien escaso.
Mike Brown parece estar adoptando un enfoque similar, aunque las circunstancias de Sacramento son distintas. Mientras que Thibs exprime a sus jugadores desde una posición de fortaleza, Brown lo hace en busca de sobrevivir en una conferencia altamente competitiva.
Las consecuencias para los playoffs
La temporada regular es un maratón, pero los playoffs son un sprint. Para equipos como los Knicks, las largas sesiones en cancha de Bridges, Hart y Anunoby podrían ser una espada de doble filo. Por un lado, desarrollan una química invaluable; por otro, llegan al momento crucial con menos gasolina en el tanque.
Los Kings, en cambio, están en una posición más precaria. Si logran colarse en el Play-In o incluso en playoffs, la sobrecarga de minutos podría traducirse en fatiga o lesiones que los dejen sin opciones reales de competir.
¿Es sostenible este modelo?
La NBA moderna ha evolucionado hacia la gestión integral de los jugadores. Equipos como los Celtics y los Nuggets han demostrado que el éxito pasa por encontrar un equilibrio entre dar protagonismo a las estrellas y mantenerlas sanas.
Ni los Knicks ni los Kings parecen apostar por esta fórmula. Aunque los resultados actuales respaldan a Thibodeau, la historia no juega a su favor. Y Mike Brown, al imitar este enfoque, corre el riesgo de perpetuar un patrón que puede llevar al fracaso en el momento más importante.
Ambos entrenadores se enfrentan a un desafío crucial: ajustar las rotaciones antes de que sea demasiado tarde. La temporada regular es larga, pero los playoffs exigen un nivel de intensidad y energía difícil de sostener con plantillas desgastadas. En ese escenario, no solo el talento cuenta, sino también la frescura y la profundidad del equipo. Si los Knicks y los Kings no logran equilibrar estos factores, podrían terminar pagando el precio cuando sea más importante.
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Ficha del autor
Periodismo (Eusa Sevilla)
En 'Tiempo D3 Basket' desde el 02.11.2023