Aaron Gordon: El año de la madurez y el legado en Denver

23 mayo 2025

El 2024-2025 ha sido, sin duda, una de las temporadas más significativas en la carrera de Aaron Gordon, tanto en lo deportivo como en lo personal. El alero de los Denver Nuggets, conocido por su potencia atlética y versatilidad, ha consolidado su papel como pieza clave en el engranaje de un equipo que pelea cada año por el título, pero también ha vivido momentos de profunda carga emocional, marcados por el homenaje a su hermano fallecido y un cambio de dorsal que trasciende la cancha.

Aaron Gordon irrumpió en la NBA en 2014 tras una destacada carrera universitaria en Arizona, donde fue elegido Freshman del Año en la Pac-12 y All-American. Seleccionado en el cuarto puesto del draft por Orlando Magic, Gordon pronto se ganó la fama de ser uno de los mejores atletas de la liga, especialmente por sus memorables participaciones en el concurso de mates, donde lucía el número 50 en honor a la puntuación perfecta que merecían sus saltos. Sin embargo, su paso por Orlando estuvo marcado por la irregularidad de un equipo en reconstrucción. No fue hasta su llegada a Denver en 2021 cuando Gordon encontró el contexto ideal para explotar su juego: menos presión anotadora, más enfoque en defensa, rebote y juego sin balón. Su contribución fue vital en el campeonato de 2023 y, desde entonces, ha sido uno de los pilares silenciosos del éxito de los Nuggets.

La temporada regular de este año ha sido una muestra de la evolución de Gordon. En 51 partidos, promedió 14.7pts/4.8rebs/3.2asits, pero lo más destacado fue su salto en eficiencia: 53.1% en tiros de campo, un impresionante 43.6% en triples y 81% en tiros libres, todos máximos de su carrera. Esta mejora en el tiro exterior ha permitido a Denver abrir la cancha y potenciar aún más el juego de Nikola Jokic y Jamal Murray. El ex-jugador de los Magic ha sabido adaptarse a las necesidades del equipo, alternando entre el rol de ejecutor y facilitador, y asumiendo responsabilidades defensivas ante los mejores aleros rivales. Su impacto va más allá de las estadísticas: su energía y su disposición a hacer el “trabajo sucio” han sido fundamentales en los momentos clave de la temporada.

Si la fase regular fue sólida, los playoffs elevaron aún más el nivel de Gordon. En 14 partidos, sus promedios ascendieron a 16.2 puntos y 7.6 rebotes, con una eficacia notable: 48.5% en tiros de campo, 37.9% en triples y 86% en tiros libres. En la primera ronda ante los Clippers, el ala-pívot fue decisivo, destacando en el sexto partido con 23 puntos y en el séptimo con 22, además de aportar en defensa y rebote. En las semifinales del Oeste frente a Oklahoma City Thunder, Gordon firmó actuaciones memorables, como el primer partido donde sumó 22 puntos, 14 rebotes y el tiro ganador sobre la bocina, sellando el triunfo de Denver en un duelo de alto voltaje. Su capacidad para elevarse en los momentos de máxima presión ha sido uno de los grandes titulares de la postemporada.

Más allá de lo deportivo, la temporada de Aaron Gordon ha estado marcada por un gesto cargado de significado: el cambio de su icónico número 50 por el 32, en honor a su hermano mayor Drew Gordon, fallecido trágicamente en un accidente en mayo de 2024. Drew, también jugador profesional, lució el 32 durante su carrera, y Aaron decidió rendirle tributo llevando ese dorsal en los Nuggets, un acto que conmovió a la comunidad NBA y a sus compañeros. El homenaje no solo simboliza el legado familiar, sino que ha servido de inspiración para Gordon, quien ha jugado con una determinación renovada y un sentido de propósito visible en cada partido. El número 32, ahora, es sinónimo de fuerza, resiliencia y memoria.

Aaron Gordon vive su mejor momento como profesional, combinando madurez, rendimiento y un profundo sentido de pertenencia, tanto en la cancha como fuera de ella.