La caída de Nico Harrison era solo cuestión de tiempo. Cuando los Dallas Mavericks decidieron desprenderse de Luka Doncic, enviándolo a los Los Angeles Lakers, muchos lo calificaron como un error histórico. Hoy, con Doncic dominando en California y Harrison fuera del cargo, la decisión parece aún más incomprensible.
Mientras el esloveno promedia casi un triple-doble de 40 puntos por noche con los Lakers, Dallas se hunde con un récord de 3-8 y la sensación de haber perdido no solo a su estrella, sino también su identidad. En el centro de este terremoto queda Anthony Davis, el jugador que debía liderar una nueva era… y que, en cambio, simboliza el naufragio.
La herencia de un traspaso imposible
Harrison justificó en su día la operación con una frase que hoy suena vacía: “la defensa gana campeonatos”. El problema es que Davis apenas ha estado en cancha. Solo ha disputado 14 de los 44 partidos desde su llegada, encadenando molestias y ausencias que han lastrado cualquier intento de estabilidad.
Dallas no solo perdió a una superestrella generacional, sino que hipotecó su proyecto en un jugador de 32 años con un historial médico preocupante. Y mientras Doncic brilla en Los Ángeles, los Mavericks se han convertido en un equipo sin rumbo, atrapado entre el pasado y la necesidad de reconstrucción.
Una luz en medio de la oscuridad: Cooper Flagg
Aun así, no todo ha sido oscuridad en Dallas. En medio del desastre, los Mavericks encontraron una chispa de ilusión: Cooper Flagg, el número 1 del Draft NBA 2025.
El joven alero ha mostrado un carácter y un talento impropios de su edad, y ya muchos lo ven como una de las futuras estrellas de la liga en la próxima década. Su llegada ha devuelto cierta esperanza a una afición herida, que busca en él el símbolo del renacer.
Flagg representa la posibilidad de un nuevo comienzo, de construir algo diferente a partir de los errores del pasado. Su energía y determinación podrían ser el punto de inflexión que devuelva a Dallas a la relevancia.
¿Qué futuro le espera a Anthony Davis?
Con Harrison fuera, la gran pregunta ahora es qué hacer con Anthony Davis. El mercado sabe que el valor del pívot está en su punto más bajo en catorce años de carrera. Sin embargo, sigue siendo un jugador capaz de cambiar la dinámica de cualquier franquicia cuando está sano.
Equipos como Sacramento Kings, Chicago Bulls, Toronto Raptors o incluso Charlotte Hornets podrían tantear su disponibilidad. En el caso de los Detroit Pistons, líderes del Este, la posibilidad de incorporar a un interior de impacto suena tentadora, aunque nadie olvida que apostar por Davis siempre conlleva un riesgo elevado.
El precio del error
La destitución de Harrison parece marcar el fin de una etapa en Dallas. Un intento de reinvención que nunca tuvo sentido y que hoy deja al equipo atrapado en un escenario incierto. El “experimento Davis” nació viciado de origen, y su desenlace parece inevitable: una reconstrucción completa.
Quizás el mayor aprendizaje para los Mavericks no esté en las estadísticas ni en los contratos, sino en la humildad de aceptar los errores. Porque en la NBA, como en la vida, perder a un talento generacional como Luka Doncic es un golpe que no se olvida.
Y aunque Anthony Davis aún tiene baloncesto en sus manos, su futuro en Dallas huele a despedida.
El ciclo de Nico Harrison se cierra como empezó: con una apuesta imposible y un legado roto.
Solo queda mirar hacia adelante… y confiar en que Cooper Flagg sea el inicio de algo mejor.
Ficha del autor
Amante del CINE, BASKET, COMIC y de mis niñas.
Plutón es un planeta...
En 'Tiempo de Basket' desde 11.05.2020







