Los Chicago Bulls son una de las grandes historias de lo que va de temporada. El equipo de la ciudad del viento marcha en la tercera posición de la Conferencia Este con un impresionante récord de 10-5 a su favor, dejando, además, unas sensaciones fantásticas en cada partido. Recordemos que los Bulls no consiguen clasificarse para unos Playoffs desde la temporada 2016-17 y no logran pasar una ronda desde la 2014-15.
DeMar DeRozan, el Factor X de Chicago Bulls
Lo cierto es que, desde la temporada pasada, la gerencia del equipo ha puesto toda la carne en el asador para tratar de construir un equipo competitivo que intentase devolver los días de gloria a la ciudad de Chicago. A la contratación la temporada pasada de un All-Star como Vucevic, se unieron en esta Lonzo Ball, Alex Caruso y DeMar DeRozan, entre otros. Todo esto, sumándoles, además, a Patrick Williams, número 4 del Draft de 2020, del cual empezamos a atisbar un potencial bastante elevado. Con estos movimientos, los Bulls complementaban a la que hasta entonces era su gran estrella, Zach LaVine. En menos de dos temporadas, los de Chicago habían conseguido montar un equipo de garantías para, al menos, pelear por volver a los Playoffs.
Sin embargo, sí hubo una contratación discutida, esta fue, sin duda, la de DeMar DeRozan. El jugador llegaba a los Bulls con 32 años, tras tres años en San Antonio, donde desarrolló más su faceta como pasador y generador de juego, dejando de ser simplemente un anotador puro y convirtiéndose de esta manera en un jugador mucho más completo, aunque siguió aportando sus puntos con bastante regularidad. Es cierto que, a pesar de que históricamente los Spurs son una de las franquicias más laureadas y ganadoras de los últimos tiempos, nadie puede negar que los últimos años están siendo duros y han ido alejando, poco a poco, los focos de la ciudad de San Antonio, sobre todo las últimas dos temporada, desde que no consiguen entrar en Playoffs. Esto ha hecho que, a pesar de haber cuajado grandes actuaciones y temporadas bastante notables en cuanto a sus estadísticas, la figura de DeRozan se había ido apagando poco a poco y, parecía cada vez más lejano aquel DeMar de la 2016-17 que promedió 27 puntos en la Regular Season con los Toronto Raptors.
Pero este año las cosas han cambiado. DeRozan ha aterrizado en uno de los mercados más emergentes de la liga y en una de las franquicias más históricas y de más renombre de toda la competición. Los Chicago Bulls confiaron en él como piedra angular de su proyecto junto a Zach LaVine y parece, al menos de momento, que no se han equivocado. Como decía antes, su llegada fue bastante controvertida ya que su posición, de escolta, entraba en conflicto con la de, hasta entonces su principal estrella, Zach LaVine y muchos dudaban de su compenetración en pista. Además, también estaba un jugador como Lonzo Ball, al que le gusta tener la pelota para organizar, otra de las características que había desarrollado DeRozan durante las últimas temporadas en San Antonio.
No obstante, al bueno de DeMar le han bastando con 15 partidos para demostrar a todos los que dudaban de él que puede ser ese líder que necesitaban en Chicago. Hasta el momento, ha recuperado su faceta como anotador incansable y ya se encuentra entre los mejores de toda la liga. Además, ha sabido adaptarse perfectamente al juego del equipo y “soltar” más el balón para asociarse más con sus compañeros y generar una interesante y efectiva circulación de pelota, haciendo que el equipo juegue más rápido y haya protagonizado grandes contraataques hasta el momento. Es cierto que ha bajado su aportación en cuanto a asistencias por partido, pero lo ha hecho para favorecer esa circulación de la que hablábamos, no centrándose tanto en dar ese último pase y, por supuesto, para focalizarse también más en su faceta como definidor, siendo más agresivo de cara al aro y volviendo a ser uno de los principales baluartes de ese “Mid-Range” que algunos creían ya extinto en la liga. Además de todo esto, DeRozan está tirando con unos porcentajes extraordinarios superiores al 50% en tiros de campo y de un 37% desde la línea de 3, lo cual sería un máximo en su carrera, ya que esto siempre fue su particular “asignatura pendiente”.
Es por esto que DeMar parece haber encontrado, a sus 32 años, el equipo y el contexto necesario para poder brillar y que la liga vuelva a verle como una de las principales estrellas de la competición. Hasta el momento está consiguiendo, junto a LaVine, guiar a una franquicia histórica devuelta a los Playoffs, y esto, no es moco de pavo. Su manera de jugar y adaptarse rápidamente a sus nuevos compañeros y a los esquemas de Billy Donovan están sorprendiendo a todo el mundo y nos están devolviendo a escena a aquel DeRozan que vimos en Toronto y que ya en su día asombró a toda la liga.
Esto, es una muestra más de la importancia que tiene para los jugadores el contexto y el equipo donde desarrollen su juego además, por supuesto, de una muestra inequívoca de la capacidad de adaptación y de la inteligencia para aclimatarse rápidamente a un nuevo sistema, adaptando su juego en función de las necesidades del colectivo.
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