viernes, septiembre 22, 2023
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Demasiado rápido, Eddie

Hay individuos que nacen con una serie de habilidades para la práctica de un deporte, que no son usuales para todos aquellos que se ven atraídos hacia esa disciplina. Estas herramientas no son garantía de éxito pero sí un buen punto de partida para alcanzar las cotas más altas en cualquier ámbito. La pieza del puzzle necesaria para poder desarrollar esas habilidades y llevarlas hasta el límite de sus capacidades depende de la voluntad o ética de trabajo, y por la toma de decisiones en momentos críticos de la trayectoria deportiva de ese individuo. En otros casos excepcionales detrás de un comportamiento inadecuado subyace una serie problemas sin resolver.

Uno de estos ejemplos podría ser el del jugador del que os voy a hablar hoy. Edward Johnson Jr., más conocido en su carrera como ‘Fast Eddie’ Johnson (no confundir con el Eddie Johnson que llegó a la liga a mediados de los 80). Johnson nació en Florida, en la localidad de Ocala. Era el mayor de cinco hermanos, a quienes sus padres dejaban a cargo a menudo. Uno de ellos, Frank, también llegó a ser profesional defendiendo la camiseta de Bullets, Rockets y Suns. Pero volviendo al personaje que nos ocupa, retrocedamos en el tiempo. Eddie fue uno de los primeros alumnos de raza negra en asistir a la escuela primaria de Weirsdale. «Era para mi una prioridad mezclarme con otros estratos sociales para poder aspirar a alcanzar el status de clase media y avanzar». Cuando jugaba con Lake Weird High School en su Ocala natal, Johnson se convirtió en un héroe local al anotar 52 puntos en la final regional contra Mulberry, dando así el pase a la final estatal, que perdieron por 68-64 contra Port St. Joe. Por entonces su juego era una combinación de velocidad, visión de juego y voracidad anotadora. Además de un buen deportista era un buen estudiante que nunca se había metido en problemas.

«Hasta entonces nuestro programa de baloncesto era mediocre, a partir de la llegada de Eddie se despertó un especial interés por parte de los adolescentes locales. Cuando se licenció todos estaban convencidos de que Eddie iba a ser un jugador especial, de los que nacen uno cada década», recordaba su entrenador Hugh Lindsley. «Era muy creativo solía pasarse la pelota entre las piernas y dar pases por la espalda. No me importaba mucho que hiciera ese tipo de cosas siempre y cuando el balón llegara a su objetivo».

Después de graduarse aceptó una oferta de la universidad de Auburn, en Alabama. Sus comienzos con los Tigers no pudieron ser mejores, finalizando su temporada freshman como el máximo anotador de la conferencia SEC. Lideró a Auburn en puntos y asistencias durante sus tres primeras temporadas, sin embargo sus números en anotación fueron menguando progresivamente desde su primer año, lo que inducía a los ojeadores a pensar si no habría un problema de mala actitud detrás de esa tendencia. Estas sospechas fueron confirmadas por el propio Bob Davis, entrenador de Eddie Johnson, con quien mantuvo varios enfrentamientos dialécticos. Por aquel entonces no era público todavía pero Johnson ya había tenido su primera toma de contacto con el mundo de las drogas.

Eddie Johnson creía en los frutos del trabajo duro, pero también creía que la recompensa tenía que ser directamente proporcional al esfuerzo realizado, por eso después de una dura semana de entrenamientos y del partido del fin de semana, aliviaba sus tensiones con la ayuda de algunas sustancias. Estaba replicando un comportamiento que había visto bajo su propio techo en la figura de su padre, un abnegado trabajador que trabajaba de sol a sol de lunes a sábado y los domingos se desahogaba delante de una botella.

Durante un acto de celebración en Auburn en 1979, se desmayó en lo que fue el primer indicio público de sus hábitos de consumo de cocaína. Johnson negó que sus hábitos fueran la causa de sus problemas. «La idea de que yo abuse de las drogas es descabellada». Las dudas que levantó su comportamiento le hicieron caer hasta la tercera ronda del draft (#49), siendo escogido por los Atlanta Hawks.

Su adaptación al profesionalismo fue progresivo. Tras un primer año correcto (10.5 ppg) en el que ayudó a los Hawks a clasificarse para playoffs después de 4 años de ausencia, tuvo un papel relevante en la buena marcha de su equipo durante la temporada 78-79, llevando a los vigentes campeones (Bullets) a un séptimo partido. Su progresión se vería confirmada durante las dos siguientes temporadas con dos nominaciones para el All Star como titular en el equipo del Este. Todo hacía indicar que eran días de vino y rosa para Eddie Johnson, pero nada más lejos de la realidad. Tras finalizar la temporada 79-80, Johnson salió ileso después de saltar desde el balcón de un segundo piso y huir a través de un aparcamiento mientras dos hombres le disparaban en lo que la policía creía una disputa por un tema de drogas. Tres semanas después, fue detenido por posesión de cocaína mientras conducía un coche de alquiler en Atlanta, Johnson fue llevado a comisaría y permaneció tres días arrestados pero finalmente los cargos fueron retirados porque el registro policial del coche se consideró ilegal. En dicho registro se encontró también una Lugger 9mm. un arma del que dijo desconocer su procedencia. Johnson fue llevado a un centro psiquiátrico privado en Cobb County, Georgia, y se sometió a terapia durante casi una semana. El día después de que Johnson abandonara el centro, fue detenido por robar un Porsche 924 de un concesionario, pero los cargos se retiraron de nuevo. Johnson alegó que era una prueba de conducción para comprobar si quería comprarlo, pero que se excedió en el tiempo de uso del vehículo.

Los psiquiatras del centro de Cobb County le diagnosticaron síndrome maníaco depresivo, era una persona que sufría cambios de humor patológicos y recurrentes sin una razón externa clara. Puso en duda la fiabilidad del diagnóstico y le recetaron pastillas de litio que dejó de tomar durante la siguiente temporada sin que ningún miembro de la franquicia de los Hawks tuviera conocimiento de ello. Johnson creía que ya no necesitaba la medicación y que ésta contribuía a su cansancio durante los partidos. Los Hawks se dieron cuenta de la persistencia del comportamiento errático de Johnson en julio de 1981 y le convencieron para que se sometiera a terapia en un hospital local a cargo del doctor Lloyd Baccus. Johnson se presentó al training camp de los Hawks en el mes de octubre directamente desde el hospital. Su comportamiento se volvió cada vez más perturbador: increpaba a sus compañeros de equipo, abandonaba la cancha para jugar con un niño en las gradas, saltaba a la cuerda en la banda sin prestar atención a su entorno durante las sesiones de entrenamiento… Sus acciones motivaron una alarmante preocupación en el presidente de los Atlanta Hawks, Michael Gearon, y el director general, Stan Kasten. Se pusieron en contacto con el psiquiatra de Johnson, que firmó una orden de internamiento para que fuera ingresado en el Grady Memorial Hospital. La policía recogió a Johnson antes de una sesión de entrenamiento y le acompañaron hasta el centro.

«Muy a menudo puedes ver por la forma en la que un tipo juega cómo es su personalidad», afirmaba Michael Gearon. «Ese era Eddie. La velocidad era la única constante en su vida. Era joven y quería hacerlo todo rápido, demasiado rápido».

En noviembre de 1981 fue dado de alta. Al final, aprendió que no importaba lo rápido que él intentara correr, no podía dejar atrás sus problemas. «Cuando has construido toda tu vida alrededor del halago, te cuesta creer que necesitas hacer las cosas que otros seres humanos necesitan: llorar y, a veces, que la gente te abrace y te apoye. Los problemas que me afectan personalmente son mucho más insoportables que hacer un tiro en el último segundo en un partido de baloncesto». El éxito atrajo a su vida personas poco recomendadas e interesadas, «era muy joven y no sabía decir que no, sobre todo cuando me estaban adulando todo el tiempo. Era un círculo vicioso del que no encontraba una salida».

En octubre de 1982 se presentó al training camp de los Hawks con 15 kg de sobrepeso, pero aún así los Hawks confiaban en poder reconducirle. Tenían un proyecto ilusionante entre manos con la adquisición de Dominique Wilkins procedente de los Jazz. A cambio se habían quitado a otro jugador all star con problemas con las drogas, el alero John Drew. Durante un tiempo los coqueteos de Eddie Johnson con la cocaína fueron más discretos, así como sus altercados fuera de las canchas. En octubre de 1985 fue suspendido temporalmente por los Hawks por conducta inadecuada, recién estrenada la temporada. Los Hawks se dieron por vencido con el jugador y en el periodo de traspasos abierto antes de las fechas del All Star, le traspasaron a los Cavaliers a cambio de Johnny Davis. «La media temporada que pasé en Cleveland fue un desperdicio en mi carrera», llegó a declarar el jugador. A finales de esa misma temporada, coincidiendo con el cambio de política de la NBA impulsada por David Stern en el asunto de las drogas, Eddie Johnson se presentó de forma voluntaria para entrar en un programa de rehabilitación en un centro de California según comunicó su agente Scott Lang. «Johnson vino voluntariamente a pedir ayuda y seguirá un programa por un periodo indeterminado de uno a tres meses», declaró el vicepresidente de la NBA. Aunque le quedaba un año de contrato con los Cavaliers, la llegada a la gerencia de los Cavs de Wayne Embry abortó cualquier posibilidad de que regresara a la franquicia de Ohio.

Ante la falta de ofertas de la NBA, Eddie Johnson se enroló en los Tampa Bay Thillers de la CBA disputando 26 partidos con el equipo de Florida. Sus promedios: 22 pts, 2.5 reb y 4 ast, le valieron para ser proclamado CBA Newcomer of the Year. Su buen año no pasó desapercibido para Bernie Bickerstaff que lo rescató para la causa, ofreciéndole un contrato de 10 días con los Sonics, al final del cual se prorrogó el mismo hasta final de temporada. «Sabía que el trabajo duro tendría recompensa. La forma en la que he trabajado para regresar tenía que ser apreciada por alguien», declaró lleno de alegría. Johnson parecía haber encontrado el camino de la redención, pero no pudo superar el trance de apartarse definitivamente de las drogas. El 5 de septiembre de 1987, Johnson era arrestado en su domicilio de Atlanta por emitir cheques sin fondos, cargados a un hotel por valor de $380 y a un taxi por valor de $114. Después de este incidente se comprobó que Johnson no había seguido el servicio de asesoramiento para el programa de drogas que exigía el sindicato de jugadores, fue expulsado por la NBA y su contrato con los Sonics fue rescindido.

Su vida tras el baloncesto entró en una espiral peligrosa. Regresó a su localidad natal y fue arrestado y condenado por una serie de diversos delitos cometidos a lo largo de los años, entre los que se incluyen hurto, robo, agresión a un agente de policía y atraco en diferentes comercios. Admitió mantener problemas con el consumo de drogas. En agosto de 1989, fue detenido por asaltar dos casas y sustraer bienes por valor de $9.130 para saldar deudas derivadas del consumo de cocaína. En el año 2000, Johnson golpeó varias veces a un ayudante del sheriff durante una detención. Unos meses más tarde fue perseguido tras llevarse $98,94 en ropa de una tienda Target. Según fuentes policiales, su historial llegó a contabilizar un centenar de delitos.

Pero la trayectoria de Johnson llegó a un punto de no retorno. Johnson fue arrestado por entrar en un apartamento en el que había una niña de 8 años sin sus padres. Supuestamente hizo que el hermano pequeño de la menor cerrara la puerta principal, la llevó a un dormitorio, la agredió y le dijo que no se lo contara a nadie. Eso fue tres días después de que supuestamente entrara en una habitación de hotel y violara a una mujer de 25 años. Aquella noticia tuvo una gran repercusión y varios medios de comunicación colgaron por equivocación imágenes de Edward Arnet Johnson, el ‘otro’ Eddie Johnson que jugaba en la NBA y que pasó por los Kings, Sonics, Suns, Rockets, Pacers y Hornets. Aún hoy en día hay entradas a páginas web que presentan una imagen equivocada al lado de esta noticia. «Lo que más me decepcionó es que algunas personas fueron lo suficientemente entusiastas como para pensar que era yo y atacarme con una ferocidad que no puedo llegar a comprender», dijo Johnson en una entrevista telefónica desde su casa en Phoenix. «No pude pegar ojo aquella noche».

El 30 de octubre de 2008, Johnson fue declarado culpable de agresión sexual a una menor, abuso sexual lascivo de una menor y allanamiento de morada. Johnson negó todos los cargos que le imputaron. Los delitos sexuales conllevaban una sentencia obligatoria de cadena perpetua sin libertad condicional. Johnson fue encarcelado en la Institución Correccional de Santa Rosa hasta el día de su fallecimiento el 26 de octubre de 2020, a los 65 años de edad por causas no reveladas.

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