domingo, diciembre 3, 2023
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Final Four 1992: Un diablo llamado Djordjevic

Una noche de abril, los jugadores del Joventut tocaron el cielo. Acariciaron con sus manos, durante unos instantes, ese trofeo que representa la máxima competición europea a nivel de clubes: la Copa de Europa. Pero comencemos por el principio.

La Final Four de Sasha Djordjevic

Estambul 92

La ciudad turca de Estambul fue la seda seleccionada por la FIBA para dilucidar al nuevo rey de Europa y sucesor de la Jugoplástica de Split.

Esta fue la primera edición con la nueva denominación del torneo: Liga Europea. Y para ello se dieron cita el Estudiantes de Madrid, la Philips de Milán, el Partizán de Belgrado y el Joventut de Badalona.

Los enfrentamientos en semifinales, por mor de la FIBA que obligaban a enfrentarse a los dos equipos de un mismo país, fueron Joventut – Estudiantes y Philips Milán – Partizán. Los favoritos para alcanzar la final eran el conjunto lombardo, que contaba con jugadores veteranos como Antonello Riva, Johnny Rogers y Darryl Dawkins, y el equipo badalonés, que prefería huir de la presión y del favoritismo.

Sin embargo, su entrenador Lolo Sainz asumía la condición de favoritos: “Estamos aquí porque queremos ganar la Liga Europea. En una “Final Four” es muy aventurado hablar de favorito, pero a mí, la verdad, no me desagrada que se pueda pensar que nosotros lo somos. Me atrevo a decir que estamos en nuestro mejor momento de la temporada”.

Harold Pressley lo valoraba de esta manera: “El ambiente que se respira aquí me recuerda mucho a la final de la NCAA que disputé con la universidad de Vilanova en 1985, cuando derrotamos a Georgetown. Fue genial y espero repetir”.

El conjunto estudiantil, por su parte, llegaba sin ningún tipo de presión y con la convicción de que no tenía nada que perder y mucho que ganar.

Semifinales

Jordi Villacampa lidera a la Penya a la final, en un encuentro que derrotaron con claridad, buenas dosis de brillantez e incluso cierta facilidad a un Estudiantes, que a pesar de salir más relajado a la cancha que su rival, acusó en cierto modo el “miedo escénico” de jugar una semifinal europea.

Los estudiantiles compitieron los primeros minutos, pero acabaron arrollados por el juego verdinegro, cada vez más sólido a medida que transcurrían los minutos, y dejaron prácticamente finiquitado el encuentro a la finalización del primer tiempo con un resultado de 51-36.

La segunda parte sirvió para que los suplentes del equipo badalonés, junto a un pletórico Villacampa, marcaban una clara diferencia hasta alcanzar el definitivo 91-69. El Joventut se olvidó de presiones, aparcó el miedo… En definitiva, emuló a esos yugoslavos que año tras año se han dedicado a enseñar cómo afrontar una Final Four. Algo curioso si tenemos en cuenta que un posible rival en la final podría ser un equipo serbio.

Final Four 1992 Estudiantes Joventut

Lolo Sainz aseguró que la clave del partido fue “saber mantener nuestra ventaja y jugar con mayor tranquilidad que ellos en los momentos decisivos”. También apuntó que “hemos jugado un partido completísimo. Esperaba ganar, aunque nadie hubiera imaginado que la diferencia fuera de 20 puntos”.

Para finalizar, añadió: “No podemos pensar que ya hemos ganado la competición, sino todo lo contrario. Ahora queda lo más difícil”. Unas palabras muy sensatas, sobre todo si tenemos en cuenta su dilatada carrera en el banquillo del Real Madrid y su experiencia en la Copa de Europa con el equipo madrileño.

Miguel Ángel Martín, entrenador del Estudiantes, reconoció que “el Joventut ha demostrado ser un equipo superior a nosotros. La clave ha estado en la gran actuación de los hermanos Jofresa, Pressley y Villacampa. Por nuestra parte, no hemos sabido alcanzar nuestro nivel de juego”.

Partizan hace de Jugoplastica

En la otra semifinal, el Partizan derrotó a la Philips Milán en un encuentro que no se decidió hasta los instantes finales.
Una primera parte electrizante, con alternativas para ambos equipos, dejó una pequeña renta favorable a los italianos gracias a su experiencia en el dominio del “tempo” del juego.

La reanudación del encuentro siguió por los mismos derroteros: ninguno de los dos conseguía imponerse. A pesar de la falta de respuesta por parte de los serbios, al juego interior italiano, fueron Danilovic y Djordjevic quienes protagonizaban la reacción del Partizan. Esta joven dupla de base-escolta, para algunos la mejor del continente, sorprendieron a todos con su juego imaginativo, descarado y efectivo para llevarse un encuentro muy disputado por un 82-75.

Final Four 1992 Danilovic

Este grupo de jóvenes, afrontaban los partidos trascendentales con una confianza y una personalidad que puede llegar a acomplejar a cualquiera que se les ponga por delante, sin importarles el prestigio del rival.

Estudiantes, sin consolación

El Estudiantes no tuvo ninguna opción de victoria en un partido por el tercer y cuarto puesto que fue dominado de principio a fin por la Philips de Milán. El conjunto madrileño no entró en ningún momento en el encuentro. Los transalpinos hicieron toda una exhibición de poder ofensivo y sentenciaron en la primera mitad con el gran acierto mostrado por sus tiradores en los triples, dejando el marcador en un claro 57-41.

La reanudación tuvo poca historia. Con el rebote controlado por Dawkins y manteniendo el acierto en el tiro no dieron opciones al rival, dejando un definitivo 99-81 en un partido que estaba de más. Lamentablemente, los colegiales mostraron su cara mala de su juego.

Final Four 1992 Dawkins

Previa a la final

El Joventut partía como favorito ante el Partizán. Una oportunidad histórica para el club badalonés, que posiblemente reunía a la mejor plantilla que jamás se haya vestido de verdinegro.

Los serbios por su parte querían aprovechar la oportunidad que se les presentaba: con una plantilla teóricamente inferior a su rival, sobre todo en lo que a juego interior se trata, intentaban sorprender al contrario más o menos con la misma filosofía que la Jugoplática de 1989.

Cosa con la que el entrenador verdinegro ya contaba: “Es una lección que debemos aprender. Partizán puso en marcha su máquina de basket. Nadie como ellos saben jugar con ese descaro que nos dejan alucinados a todos. Siempre hace fácil lo difícil”.

A unas declaraciones de Jordi Villacampa, en las que señalaba que “estamos aquí para ganar el título”, contestó el técnico con un prudente “no soy tan optimista como mi capitán, aunque es bueno que los jugadores piensen así. No debe desatarse la euforia porque una final siempre es muy complicada”.

Lolo no quiso “mojarse” en un pronóstico favorable, llamando a la prudencia: “en conceptos técnicos somos equipos bastante parecidos, porque cubrimos bien todas las facetas. Pienso que nuestro juego interior es superior. No obstante, mi única preocupación desde que llegamos a Estambul era que la Penya estuviese en la final”. Ahora quedaba lo más difícil por hacer.
Rafa Jofresa veía un partido complicado porque “ellos están en un gran momento de forma. Empezaron flojos y han ido subiendo hasta llegar a su nivel óptimo”.

Por su parte, Tomás Jofresa aseguraba que “tenemos que hacerlo mejor que contra Estudiantes si queremos ser campeones. El Partizán me impresionó contra el Philips, aunque pienso que nosotros tenemos más posibilidades que ellos. Debemos defender a muerte, mover el balón con velocidad e imponer nuestro ritmo”.

Totalmente distinta, por lo menos de cara a la galería, era la forma de vivir la previa a la final en los serbios: una despreocupación y un desparpajo casi insultante.

Danilovic, una de las estrellas del equipo, indicaba: “No siento ningún tipo de presión. No he estado más tranquilo en mi vida”.
Djordjevic, la otra estrella del Partizán declaraba: “Con tranquilidad y buena defensa, que es lo que intentamos hacer siempre, podemos ganar el título”.

Obradovic, técnico del conjunto serbio, aseguraba como objetivo fundamental “parar el contraataque del Joventut. Tenemos mucho que ganar y nada que perder”.

Maljkovic, en una entrevista a Mundo Deportivo, declaró que “no hay un equipo favorito para ganar la final. En los diez primeros minutos se podrá saber si la presión afecta a alguno de los dos equipos”. Además, mostró una particular admiración por la determinación en los momentos clave de la semifinal ante los italianos de Djordjevic.

Con todo tipo de declaraciones, asumiendo a presión o intentando desviarla, los dos conjuntos estaban más que preparados para la gran cita. Y ambos perseguían, a su manera, llevarse el preciado trofeo.

Final

El encuentro comenzó con ambos equipos intensos, sin dar respiro al rival ni dar su brazo a torcer. Cuando alguno adquiría alguna diferencia, el otro hacía ver que no estaba dispuesto a regalar nada y se pegaba en el marcador.

La tercera falta de Danilovic, y su paso por el banquillo, no le valió a la Penya para aprovechar esa circunstancia e irse en el marcador. A pesar de la falta de una de sus estrellas en la pista, no hizo, sino que los serbios apretaran más en defensa e impidieran que los verdinegros realizaran su mejor juego.

La entrada de Tomás Jofresa por su hermano Rafa, obligado por la acumulación de faltas, le dio otro aire al equipo: marcaba el ritmo que mejor le convenía. Pero esto tampoco surtía efecto, pues dos de sus mejores hombres, Villacampa y Thompson, no estaban lo bastante acertados como de costumbre.

Los seis puntos de ventaja con los que los serbios se marchaban al descanso no presagiaban buenas cosas para los de Badalona en ese momento. Sin embargo, todo podría pasar si sus jugadores retomaban las buenas sensaciones para dar la vuelta al encuentro.

El Partizán salió a sentenciar el partido: defensas de ajustes ordenadas por Obradovic que paraban los ataques del Joventut, Danilovic y Djordjevic jugando a su ritmo… Eso los llevó a aumentar la distancia en el marcador. Cada uno de los jugadores serbios sabían y aceptaban cuál era su rol.

En ese momento, un tiempo muerto y la vuelta de Tomás Jofresa a pista devolvieron a los badaloneses al encuentro. Más intensidad defensiva, el ritmo marcado por Tomás, la búsqueda de Pressley en más acciones y la disputa del rebote ofensivo, les llevaron a remontar hasta adelantarse en el marcador.

Desde ese momento, cada jugada, cada balón perdido tenía su importancia vital. Si el Joventut se iba de tres puntos en el electrónico, Danilovic o Djordjevic se encargaban de igualar el marcador.

Y se llegó de esta manera a los últimos segundos del partido. Jordi Villacampa falló un 1 más 1, pero Juanan Morales captura el rebote y sufre la falta de Daniolvic. Era su quinta falta. Con él en el banquillo y lanzamientos para la Penya, parecía que el partido iba en una dirección: el triunfo español.

Morales falla su primer lanzamiento, era 1 más 1, pero el rebote cae a manos de Tomás Jofresa. Él era quien tenía el mando, quien tenía el temple para aguantar el balón… Estuvo a punto de sentenciar y ganar el encuentro. A falta de 8 segundos anota en una entrada a canasta y coloca el marcador en un 70-68 favorable a la Penya.

Ya se veían campeones, pero entonces sucedió algo increíble.

Final Four 1992 Tomás Jofresa

Morales cogió el balón, tras la canasta de Jofresa, e instintivamente le dio el balón a Koprivica, quien sacó rápidamente sobre Djordjevic que ya había iniciado la carrera. Continuó su avance hasta que alcanzó la línea del triple. Se levantó, giró el cuerpo para encarar la canasta y lanzó. Tomás no pudo impedir ese tiro, pues el infortunio hizo que se tropezara justo en el momento de intentar puntear el tiro. El balón entraba y daba la victoria a los serbios en un final tremendamente agónico.

Un triunfo que consagró a Danilovic, a Djordjevic y a Obradovic. Éste fue el primer entorchado de muchos para el entrenador.

Alegrías y tristezas

Para Lolo Sainz “duele más perder de esta manera que el hacerlo por quince puntos, pues eso significa que te han barrido y no había opción. Se puede perder de muchas maneras, pero ésta creo que es la peor. La verdad es que así se te queda cara de tonto”.

También reconocía los méritos de su equipo y del rival: “Ellos han dominado durante mucho tiempo, pero nosotros hemos sabido reaccionar en el momento preciso y dar la vuelta a un tanteo adverso. Normalmente, cuando esto pasa suele ganar el equipo que remonta. Pero esta vez no ha querido ser así”.

Se ha derrochado casta, orgullo y corazón, pero debemos reconocer que se han cometido muchos fallos, sobre todo cuando teníamos encarrilado el partido. Aunque también es cierto que de jugar a lo largo de todo el partido como en los últimos diez minutos, quizás el resultado hubiese sido otro. El hecho es que se han fallado muchos tiros libres y que al final no se defendido como se debía, para que no entrase un triple, como ha resultado”.

Tomás Jofresa, el héroe sin premio de la final, declaró: “Estoy muy triste, aunque sé que habrá otras finales para ganar. Me ha impresionado la calidad de gente como Villacampa o Thompson, que sin salirle bien las cosas han demostrado que saben luchar en los malos momentos. Creí que mi tiro era el ganador, pero el deporte es así”.

Todos los comentarios del lado verdinegro iban por el mismo camino, incluido Pedro Martínez: “El equipo de Obradovic desbarató los ataques de la Penya con defensas alternativas que ponían especial atención a los aspectos más peligrosos del juego verdinegro: los movimientos de Thompson y las penetraciones de Villacampa. Defendieron en zona y en individual con gran acierto. Y también supieron romper al contraataque verdinegro. La Penya reaccionó espoleada por el juego explosivo de Tomás Jofresa y el rebote ofensivo de un Pressley muy luchador en ataque, pero cometió numerosos errores en los tiros libres”.

Por parte de los serbios hay que destacar sobremanera la excelente técnica individual de Danilovic y su clase sobre la pista.
Djordjevic, que estuvo algo irregular en los tiros de dos, afinó mejor su puntería en los triples. Encestó la canasta ganadora con mucha sangre fría y decisión: «Cuando he recibido el balón, no he pensado en nada más que en encestar. Ha sido un tiro forzado, pero cuando lo he ejecutado estaba seguro de anotar. Nuestro triunfo es justo porque hemos tenido que resolver muchos problemas por la situación de nuestro país. Del Partizán se habla en el presente y se hablará en el futuro«.

Zelko Obradovic reconoció que «sé que no éramos favoritos y eso ha podido ser clave para ser campeones de Europa. La clave puede haber estado en que los jóvenes en Yugoslavia juegan muchos minutos. Es cierto que hemos podido tener suerte en la jugada final, pero también lo es que nos lo hemos merecido por nuestra trayectoria en la liga y luego en Estambul«.

También añadía: «Ganar en los últimos segundos y de un triple es tener la suerte de cara. Nuestro objetivo era parar el contraataque del Joventut y lo conseguimos con una defensa más que aceptable. Algunos nos toman por un club pobre. Tenemos dinero e intentaremos conservar la plantilla para el próximo año«.

Final Four 1992 Partizan Belgrado

¿Justicia poética?

Si bien es cierto que el desenlace de la final fue un tiro forzado con un tropiezo del defensor, hay que ver el lado «poético» del resultado:

Se plantaba en la Final Four un equipo que tuvo que abandonar su país por la guerra y jugar como local en Fuenlabrada.
Este equipo estaba comandado, en la pista, por dos jóvenes que dieron mucho que hablar en el baloncesto. Volvieron a demostrar que la juventud, el desparpajo y la clase no están reñidos con asumir responsabilidades en la cancha,
Ese mismo entrenador, Zelko Obradovic, llevó dos años más tarde a lo más alto al Joventut: campeones de Europa.

Devolviéndoles lo que les había quitado, y posiblemente merecido, en Estambul.

El tiro

Aunque parecía que el tiro había sido un «churro», que se había lanzado de cualquier forma, si se observa de manera detallada se llega a una conclusión distinta: la parada, el movimiento en busca del aro y el lanzamiento fueron perfectos.

Diez años después de la final de Estambul, Belgrado homenajeó a aquel equipo. Con el pabellón lleno se le pidió a Djordjevic que repitiera el triple ganador. Así que cogió una pelota, realizó el mismo recorrido, se paró y con el mismo movimiento metió el triple ante la algarabía de público y compañeros.

Pero si con eso no fuera suficiente, durante el homenaje a Rafa Jofresa en 2006, Djordjevic volvió a realizar la misma jugada con el mismo resultado.

Final Four 1992 Djordjevic

Todo un crack.

Fuentes: Revista Gigantes, Mundo Deportivo.
Agradecimientos: Natxo Andreu (por su apoyo en esta andadura y su empuje a hacerlo) y a Juan Carlos (por darme una oportunidad).

Baloncesto como forma de vida

En 'Tiempo de Basket' desde 14.05.2020

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