viernes, octubre 10, 2025
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La narrativa de Thibodeau

El Madison Square Garden es uno de esos lugares especiales, de los que cualquier aficionado al baloncesto debe visitar al menos una vez en la vida, considerado la meca del baloncesto moderno también ha sido testigo de acontecimientos asombrosos e históricos. Este año se ha presenciado uno de estos momentos tan codiciados gracias, o por culpa de, uno de los entrenadores más polémicos de la actualidad; Tom Thibodeau. El entrenador de los Knicks ha exprimido su plantilla como poco se ha visto en la ciudad de Nueva York, un equipo extremadamente castigado por las lesiones junto a un entrenador que no suele confiar en todo lo que la plantilla le puede ofrecer ha sido el caldo de cultivo perfecto para lo que se ha visto este año en los play-offs.

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Los knicks se clasificaron como segundos de la conferencia este, no obstante, la posición no debería ser un espejo de la buena temporada que han realizado, que también, si no de como un equipo sin especial talento pero con una mentalidad de trabajo constante puede alcanzar cimas del todo inesperadas. La lesión de Julius Randle, uno de sus jugadores all-star, a mitad de temporada para perderse lo que quedaba del curso hizo temer lo peor en el equipo de la gran manzana, Randle era una de sus principales amenazas en ataque y pese a la legión de detractores que tenía, el equipo funcionaba bien cuando estaba inspirado. Después de este contratiempo vimos como un desconocido Mitchel Robinson resurgía de la nada para consolidarse como un “center” de un valor altísimo, reboteando como pocos en la liga, intimidando todo lo que su físico le daba y anotando lo que tenía que anotar “¿de dónde ha salido este tío?” Se preguntaban en el madison, creo que sencillamente fue producto de la imaginación de Thibodeau. El equipo volvió a funcionar incluso mejor a segunda mitad de temporada sin Randler, a Brunson como capitán general se le unió Josh Hart como guerrero espartano y guardaespaldas en el sentido más estricto del término, también pudimos ver a un Divincenzo físicamente finísimo que partido a partido iba golpeando la mesa de la NBA reclamando un espacio que creía que era suyo por derecho propio.

A finales de diciembre se produjo un traspaso que ayudaría a definir su compromiso con el estilo de juego del equipo; Quikcley y AJ Barret hacían las maletas para trasladarse a Canadá e incorporarse a las filas de los Toronto Raptors a cambio de Anunoby y Achiwua. Este primero se convirtió de inmediato en una de las piezas fundamentales de los Knicks con más de 14 puntos, 4 rebotes y 2 asistencias por partido, esto unido a su intensidad defensiva y a un físico capaz de defender a casi cualquiera en su posición le transformaron de inmediato a uno de los favoritos de Thibodeau. En contra de todos los analistas deportivos el equipo empezó a funcionar extraordinariamente bien hasta el punto de llegar a encadenar hasta 11 victorias consecutivas, el público del Madison hacía muchos años que no veía semejante exhibición de victorias y empezaron a creer que, esta vez de verdad, el equipo podía llegar muy lejos en la temporada. Su segunda posición así lo acreditó, pese a la baja de Randler, a la que en play-offs se le uniría Bogdanovic y Anunoby, los Knicks mostraban una solidez y un saber estar en la cancha increíbles.

En primera ronda jugaron contra los Sixers de Embiid y Maxey, un equipo envenenado ya que el pívot de origen camerunés y seguramente mejor jugador de la liga, llevaba meses sin jugar por culpa de una lesión de rodilla. Philadelphia sin Embiid era un equipo de play-offs pero con él se podía convertir de inmediato en un sólido candidato al anillo. En las bajas ya mencionadas de los Knicks se unió la de Mitchel Robinson, después de su gran temporada tuvo que alejarse de las canchas debido a otro problema físico, el equipo de Nueva York no podía tener más mala suerte. O quizás no era mala suerte, se estuvo hablando largo y tendido sobre la política de cambios de Thibodeau en los que solo utilizaba a 7 u 8 jugadores exprimiendo a los que consideraba mejores hasta la extenuación o, en el caso de algunos analistas, hasta la lesión. Pese a esto los Knicks seguían funcionando, si el despertar de Robinson fue un milagro, ahora lo teníamos por partida doble, ya que en esta ocasión Isaiah Hartenstein se alzó como otro center sólido en los esquemas de Thibs, llegando a coger hasta 17 rebotes en un partido. Otro invento del entrenador, decían algunos.

Brunson Hart DiVincenzo Knicks

Los Knicks superaron a los Sixers por 4 a 2 con un Jalen Brunson estelar, más de 35 puntos y 9 asistencias por partido que le valieron para situar a su equipo como un aspirante serio al anillo. El equipo de la gran manzana generaba muchas dudas después de su eliminatoria en primera ronda, los pocos jugadores que jugaban lo hacían con demasiados minutos a sus espaldas y, como es natural, empezaban a padecer pequeñas lesiones molestas que podría decantar cualquier serie intensa de play-offs. En segunda ronda se enfrentaron a los Indiana Pacers de Haliburton y Myles Turner, uno de esos equipos ultraofensivos que te recuerdan que, al fin y al cabo, la vida es bella. Los Knicks volvían a partir como la gran incógnita debido a sus lesiones y al minutaje de sus jugadores, los aficionados debían volver a confiar en que Brunson volviera a hacer uno de esos partidos que le convertirían en leyenda por imperativo legal. Al inicio de la eliminatoria parecía que el milagro era posible, con dos partidos de ventaja para los neoyorquinos, si no hubiera sido por un triple en el último suspiro en el tercer partido de la eliminatoria de Mathurin, los Knicks se hubieran posicionado 3 a 0. Aunque para ser del todo francos, un 2 a 1 para empezar no estaba del todo mal.

A partir de aquí se hizo palpable lo que muchos analistas predijeron, la carga de minutos ahora sí empezó a afectar seriamente a unos jugadores exhaustos, en el cuarto partido a Brunson parecía que las piernas no le respondían, Josh Hart que nos hizo creer que tenía superpoderes, tuvo una lesión muscular abdominal en el quinto, Hartenstein ya no era el monstruo interior que nos mostró en partidos anterior, Divicenzo lo intentaba sin parar y el resto hizo lo que pudo, incluso Anunoby intentó jugar con una pierna el último partido dando unos 3 minutos con 2 canastas de gran mérito que seguramente se mantendrán en la retina del espectador durante mucho tiempo. La sensación que uno tenía cuando los veía era la de un equipo sin energía y que los que intentaban romper las leyes de la física, aquellos suficientemente valientes para desafiar a los dioses eran castigados con su cuerpo.
Sin embargo, también había algo bello en ello, viendo como unos guerreros ponían todo su corazón en defensa de un escudo te podías retrotraer en edades pasadas donde la nobleza y la fidelidad eran valores que se defendían a cuchillo si era necesario. La prensa de Nueva York es terrible, excesivamente críticos incluso con los que consideran suyos, cualquier jugador que haya formado parte de este ambiente sabe que el poder mediático de los medios de comunicación es tal que pueden incluso hacer tambalear los cimientos de la plantilla, pueden echar al entrenador o incluso forzar algunos traspasos de los jugadores. Este año no fue una excepción a esta injusta norma no escrita, los periódicos de Nueva York se cebaron con el pobre Thibs, que seguramente tenían su parte de razón, y después que los Knicks cayeran eliminados en semifinales de conferencia contra Indiana uno se podía esperar una carnicería mediática apuntando hacia los responsables inmediatos, que la cosa no se había gestionado bien lo sabía hasta el último ball boy del Madison.

Pero al igual que ocurren los milagros en navidad también se pueden dar en épocas más alejadas, después de los numerosos cuchillos hacia el entrenador la prensa se unió junto al público en un canto de victoria de unos jugadores que perdieron la eliminatoria, pero ganaron en respeto y repercusión. No se me ocurre una más alta forma de respeto que el aplauso después de haber sido eliminados en un ambiente tan salvaje como en la cancha de los Knicks, y no solo eso, la celebración de los que no se rindieron pese a todas las dificultades se extendió más allá, en las propias calles siguieron vitoreando a sus héroes que miraban extrañados a su alrededor, como quien no entiende lo que ocurre. Desde la vieja Europa a veces nos cuesta entender algunos elementos de la cultura estadounidense, la vemos muy cerca pero a la vez siguen muy lejos, y el hecho de ganar o perder tiene un significado mucho mayor de lo que nos podemos imaginar y, sin embargo ahí siguieron Brunson, Hart, Divicenzo, Harteinstein y compañía. Observando al público y siendo conscientes o no, que estaban siendo testigos de algo maravilloso.

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En 'Tiempo D3 Basket' desde 19.10.2023

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