lunes, octubre 2, 2023
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La revancha de Steve Nash

Imaginen, por un momento, que la siguiente historia se desarrolla en la NBA actual, en el apogeo de la era de las redes sociales, cuando cada decisión personal puede convertirse convertirse en un fenómeno viral que es juzgado por millones de personas.

Imaginemos a un base que juega para un equipo con aspiraciones al título cada año y cuyo propietario está convencido de que su carrera está acabada. Imaginemos que ese propietario se resiste a igualar una oferta lucrativa en la agencia libre del que podía ser el último contrato de dicho jugador. Pongamos que dicho jugador ha sido dos veces All Star en su carrera y su edad (30) es mayor que las victorias (29) que cosechó la temporada anterior el equipo que le pretende.

¿Qué pasaría si este jugador pasados los 30 años, hiciera la transición de ser un jugador All Star a ser uno de los mejores jugadores de todos los tiempos en su posición? ¿Qué repercusión tendría que fuera nombrado dos veces MVP y llevara a su equipo de conseguir 29 victorias a lograr 62 la temporada siguiente? ¿Qué pensarían los aficionados de su anterior equipo si el día en el que recibe el premio como mejor jugador de la liga, da comienzo una serie de playoffs en la que se convierte en su verdugo jugando durante dos semanas el mejor baloncesto de su carrera?

No hace falta que imaginen más, como habrán deducido, estamos hablando de Steve Nash. El base estaba jugando por aquel entonces en Dallas y era pretendido en la agencia libre de 2004 por Phoenix Suns, equipo que le había drafteado en 1996. Los aficionados del equipo de Arizona abuchearon esta elección. No comprendían porque su equipo había seleccionado un base cuando tenían ese puesto cubierto con Jason Kidd y Kevin Johnson en la plantilla. Muchos de ellos manifestaban sus preferencias por John Wallace, alero de Syracuse. Tras dos temporadas a la sombra de Kidd y Johnson, fue traspasado a Dallas.

«Sinceramente, creo que estáis traspasando a nuestro mejor base» SCOTT SKILES, asistente de Danny Ainge como entrenador de los Suns

Sorprendentemente, Nash se hizo con el puesto en el quinteto titular de los Mavs, un puesto que en principio estaba destinado a Howard Eisley, recién llegado de Salt Lake City. Fue durante la temporada del lockout de 1999. Pero el base canadiense no terminó de explotar por unas molestias físicas. Al final de temporada se le diagnosticó una fractura de estrés vertical. No acabarían ahí sus problemas. Una lesión en el tobillo le privó de jugar 26 partidos en la siguiente temporada. Mientras estuvo sano estableció junto al jugador alemán de segundo año Dirk Nowitzki, y al escolta Michael Finley, una sociedad que mantuvo a los Mavericks en los puestos nobles de clasificación durante las siguientes temporadas. Bajo las órdenes de Don Nelson, Dallas tuvo fama de desarrollar un baloncesto atractivo y efectivo. En las cuatro siguientes campañas lograron 53, 57 60 y 52 victorias. Sin embargo en playoffs nunca pasaron de las finales de conferencia de 2003, en las que cayeron derrotados ante los Spurs.

En aquel último año de Nash en Dallas, los Mavs hicieron un movimiento arriesgado. Incorporaron a su plantilla a Antawn Jamison y Antoine Walker, dos buenos jugadores, pero que compartían posición con Dirk Nowitzki. Nunca encontraron el equilibrio necesario y su quinteto titular nunca estuvo definido, eso afectó a la dinámica del equipo. Los Mavericks cayeron en primera ronda frente a los Kings. Se avecinaban cambios, pero nadie esperaba que se rompiera el trío formado por Nowitzki, Finley y Nash.

«Sentía un poco de ansiedad y nervios por la cercanía de la agencia libre. Esperaba finalizar mi carrera en Dallas junto a Dirk y Michael, terminar lo que habíamos empezado juntos. Teníamos algo en marcha y esperaba poder continuarlo.» Steve Nash

La idea era que Steve firmara otros cuatro o cinco años, eso aseguraría la continuidad del proyecto. Nash saldría a la agencia libre a escuchar ofertas, era su obligación conocer el mercado y saber cuanto podría pedir a cambio de seguir en Dallas, pero nadie esperaba otra cosa que no fuera verle con la camiseta de los Mavs la siguiente temporada.

Mientras tanto los Suns estaban en pleno proceso de reconstrucción. Tras ganar tan sólo 29 partidos, despidieron a su entrenador Frank Johnson durante la temporada 2003-04, y le dieron las riendas del equipo a su asistente Mike D’Antoni. Como estrategia de futuro se deshicieron de los altos contratos de Stephon Marbury y Penny Hardaway para lograr margen suficiente en el límite salarial con la intención de poder acometer una contratación importante en la agencia libre. Tenían un equipo joven con jugadores emergentes como Shawn Marion, Amare Stoudemire o Joe Johnson, necesitaban un catalizador que pudiera canalizar este talento.

El interés de los Suns por Nash se empezó a gestar con motivo de algunos partidos amistosos que el base jugó con algunos de los jugadores de los Suns en Arizona durante la offseason. Tanto David Griffin como Mike D’Antoni fueron espectadores de lujo de estos partidos. Allí pudieron comprobar de primera mano la influencia que tenía Nash en el juego, cómo hacía mejores a sus compañeros.

«Habíamos tenido a Jason Kidd jugando para nosotros. Al igual que Nash, podía generar tiros para cualquiera de sus compañeros, pero no podía anotar cierto tipo de lanzamientos, y los rivales lo sabían. Steve podía representar una amenaza ofensiva por sí mismo para cualquier equipo.» DAVE GRIFFIN, miembro de la gerencia de Phoenix Suns

El motivo de que Nash estuviera jugando en Phoenix algunos partidos era su relación de amistad con Rex Chapman, que tuvo un papel fundamental para que aceptara a reunirse con los Suns una vez que se abrió el mercado de agentes libres. Rex le habló maravillas del proyecto que intentaban construir Robert Sarver (propietario) y Jerry Colangelo. La opinión de Chapman, que había acogido bajo su tutela a Steve Nash cuando era rookie, tenía un gran peso para el base canadiense.

Los Suns no se anduvieron con rodeos y ofrecieron a Steve Nash $65M por cinco años, oferta que trasladó a los Mavericks. Mark Cuban era reticente a ofrecer esa cantidad de dinero para renovarle, ni siquiera una que se le acercara. Para el propietario de los Mavericks, Nash era un jugador de 30 años al que apenas quedaban dos o tres años a lo sumo de buen baloncesto, por lo que no entraba en sus planes ofrecerle un contrato por cinco años. Pero con lo que no contaba Cuban es que Nash fuera extremadamente riguroso y profesional con el cuidado de su cuerpo alargando su carrera y su madurez física.

«Si alguien me hubiera dicho entonces que Steve iba a jugar durante 8 años más, habría apostado todo mi dinero contra él» Mark cuban

Nash tomó una dolorosa decisión, ante la negativa de Cuban de renovarle, firmó con los Suns. En el entorno de los aficionados de Phoenix había una especie de desencanto porque los Suns habían sondeado la posibilidad de ir detrás de Kobe Bryant, que también era agente libre y no pasaba por sus mejores momentos con la camiseta de los Lakers, así que cuando Nash llegó a Arizona fue así como un premio de consolación. No hubo un entusiasmo exagerado.

El mismo día que estaba programada la presentación de Steve Nash, se había programado también la de Quentin Richardson, procedente de los Clippers. Ambos jugadores estuvieron esperando más de una hora para la firma del contrato sin que nadie les dijera nada del motivo del retraso de la misma. Tras la espera, Rex Chapman se acercó a ellos y les comunicó que había habido un problema con el límite salarial y que tendrían que recortar el contrato de alguno de los dos jugadores para cuadrar los números. Quentin Richardson estaba hablando con su agente mientras Nash arregló el asunto a su manera:

«Nos habéis tenido aquí más de una hora sin informarnos de nada, tomad el dinero de la diferencia de mi contrato, y vamos al bar a celebrarlo».

La diferencia final fue de un millón de dólares, dinero al que Nash renunció para poder comenzar una nueva etapa en su carrera.

Antes de la temporada no había grandes expectativas sobre el papel que realizaría Phoenix. No habían pasado tres semanas de competición cuando el equipo de D’Antoni llevaba un récord de 15-2 jugando un baloncesto atractivo y en cierta medida innovador. Con Steve Nash a los mandos de la nave, el equipo de Arizona tuvo un incremento de 15 puntos por cada 100 posesiones con respecto a la temporada anterior. Lo que en un principio parecía ser tan solo un buen comienzo de temporada, se comprobó enseguida que no era ninguna broma. Fue algo gradual, los primeros días se oían comentarios como ‘están jugando bien’, más tarde en el seno del equipo se desprendía la sensación de que podían meterse en playoffs, y llegando a Acción de Gracias, los Suns estaban ganado partidos por más de 20 puntos al descanso. Lo paradójico de todo ello es que entre las encuestas de pretemporada, algunos de los periodistas especializados habían otorgado el último puesto de la división a los Suns.

La conexión entre Nash y Stoudemire funcionó desde el primer día como si llevaran una década jugando juntos, Shawn Marion daba una versatilidad al equipo que lo hacía impredecible y Quentin Richardson y Joe Johnson bombardeaban el aro contrario con una efectividad pasmosa. El sistema ultraofensivo de Mike D’Antoni y su ‘7 seconds or less’ revolucionó la forma de entender el baloncesto, pero todo partía del privilegiado cerebro de Steve Nash.

«Un base tiene que tomar miles de decisiones a lo largo de 82 partidos. Durante toda la temporada, las malas decisiones de Steve se podían contar con los dedos las dos manos. Siempre daba el pase correcto, al jugador mejor colocado con el timing adecuado, luego podías fallar el tiro o anotarlo, pero en términos de estrategia siempre tomaba la opción correcta» Mike D’Antoni

En un equipo que de la noche a la mañana comienza a deslumbrar por su juego, se corre el riesgo que los actores individuales quieran asegurar su cuota de protagonismo. El juego alegre de los Suns también era susceptible de ser boicoteado por sus propios integrantes si cada uno decidía brillar por encima de sus compañeros. Nash era el encargado de mantener el equilibrio entre todos los egos alimentando en la proporción exacta a cada uno en función de su jerarquía dentro del equipo.

En la lejanía, sus antiguos compañeros, aunque lamentaban su partida, se sentían felices por cómo le iban las cosas. El base canadiense era una persona que dejaba huella entre los que compartían experiencias con él. La temporada de Phoenix fue todo un éxito. En Navidades acumulaban un balance de 31 victorias y 4 derrotas. Nash, Stoudamire y Marion fueron llamados para el All Star. En el mes de Diciembre estos tres jugadores fueron elegidos jugadores de la semana, Nash repitió como jugador del mes y D’Antoni como mejor entrenador. Los jugadores de los Suns estuvieron presentes en casi todas las categorías estadísticas: puntos (Stoudemire 5º), rebotes (Marion 3º), asistencias (Nash 1º), robos (Marion 5º), porcentaje de tiros de campo (Stoudemire 2º), porcentaje de tiros de 3 (Johnson 2º Nash 6º) y porcentaje de tiros libres (Nash 5º).

La buena campaña de los Suns fue recompensada en los galardones concedidos por la NBA; Nash fue incluido en el primer quinteto de la liga, Stoudemire en el segundo y Marion en el tercero. Mike D’Antoni fue elegido como mejor entrenador. En la votación al jugador más valioso, Steve Nash se llevó el premio en una disputada lucha con el pívot de Miami Heat Shaquille O’Neal. Era el primer point guard en ganar el MVP desde que lo hiciera Magic Johnson en 1990.

Mientras tanto en Dallas, la salida de Nash tuvo daños colaterales, Don Nelson no procesó bien su marcha, fue un duro golpe para él, que acabaría con su renuncia a falta de un mes de competición para ocupar la gerencia de la franquicia. Avery Johnson, su asistente, ocuparía la vacante dejada por Nelson.

«Nunca pensé que perderíamos a un jugador de su calibre. Esto no es como un trade en el que adquieres algo a cambio. Perdimos a uno de los mejores bases de la liga y no teníamos cómo sustituirlo» Don Nelson

Tras eliminar a Memphis en cuatro partidos, el cruce de playoffs deparó una eliminatoria entre Phoenix Suns y Dallas Mavericks. Nash se enfrentaría a sus excompañeros, a su exequipo y al propietario que no quiso renovarle. No había ánimo de venganza contra sus compañeros ni contra la franquicia. Tenía grandes amigos en Dallas, pero sí había una parte de él que quería restituir el honor mancillado, tenía el orgullo herido, cualquier jugador lo tendría cuando tu patrón te comunica que no te ve capaz de jugar a un alto nivel durante mucho tiempo. Entre el vestuario de los Suns había una pequeña conjura para sacar a la eliminatoria adelante y dedicársela a su compañero Steve Nash, pero el base no quería involucrar al resto del equipo.

«No necesito una motivación extra, no quería que se convirtiera en el foco de la eliminatoria. Sólo quería salir y dar lo mejor de mí para ayudar al equipo a ganar. Siempre me motivo cuando salto a una cancha de baloncesto, no necesitaba una dosis extra de combustible y creo que mis compañeros tampoco, pero aprecio sus intenciones. Me he sentido querido y arropado por ellos» Steve Nash

En cierto modo la prensa convirtió la serie en un duelo entre Steve Nash, el ídolo huido, y Jason Terry, su sustituto. Terry sufrió en sus inicios en Dallas por la fuerte presión a la que tuvo que enfrentarse por suplir a Nash. Con el tiempo se fue asentando y adaptándo al equipo y a la ciudad para ganarse finalmente el cariño de los aficionados. Aunque Nash era un jugador que levantaba muchas simpatías, no recibiría los ánimos de la afición de Dallas. No era nada personal, pero era una batalla que tenía que ganar porque de ella dependía en gran parte la victoria de su equipo. Incluso Dirk Nowitzki fue requerido para que contestara más preguntas relacionadas con Steve Nash que con su propio equipo o la serie.

Steve Nash recibía el 9 de mayo de 2005 el premio al MVP de la temporada en los prolegómenos del primer partido de la serie. ‘No me gustó recibir el premio justo antes del partido, delante de todas las cámaras. Lo considero un elemento de distracción y una manera de poner el foco en el lugar equivocado. Estábamos allí para disputar unas series por el título, no para dirimir cuestiones personales’ declaraba Steve Nash.

Phoenix empezó ganando con autoridad el primer partido de la eliminatoria, con Nash alimentando a Amare Stoudemire, que fue el verdadero protagonista del partido con 40 puntos y 16 rebotes. El base de los Suns acabó con 11 puntos y 13 asistencias. Los 25 puntos de diferencia entre ambos equipos dejaron bien a las claras la superioridad de Phoenix. El segundo partido de la serie estuvo marcado por un lance del juego. En un intento de frenar una entrada de Joe Johnson, Jerry Stackhouse cayó sobre él, y le provocó una fractura del hueso orbital. Johnson tuvo que abandonar el partido y se perdería el resto de la serie. Fue una baja muy sensible para los Suns, cuya rotación de jugadores era muy corta. Nash empató el partido a falta de 27 segundos, pero Nowitzki con uno de sus patentandos ‘one legged fade away’ dio la victoria a los Mavericks. El alemán se aprovechó de un cambio defensivo en el que se quedó con Quentin Richardson. Nowitzki tuvo muchas más facilidades para anotar sobre él, que sobre Shawn Marion. Los 23 puntos y 13 asistencias del canadiense no estuvieron acompañados en esta ocasión de acierto en el tiro (9/22).

Más que la derrota en sí, lo más doloroso para el vestuario de los Suns fue la pérdida de Joe Johnson. El escolta de los Suns estaba teniendo una gran temporada, y muchos ya veían en él a un potencial All Star. Los Mavericks insuflados de confianza por la victoria, tenían la eliminatoria donde querían. La lesión de Joe Johnson implicaba que Nash tuviera que manejar mucho más la pelota, y además tomar más tiros de los que tomaría normalmente. Aunque al principio suplieron bien la baja con Jimmy Jackson, a la larga, fue una ausencia muy sensible para el tipo de juego que realizaban los Suns. En el tercer partido de la serie, se vio que Nash tuvo que asumir más responsabilidad ofensiva. Aunque Leandro Barbosa y Jimmy Jackson aportaron dentro de sus posibilidades, fue el base canadiense el que suplió la ausencia de los puntos de Joe Johnson. Implementó la faceta anotadora en su juego sin descuidar su faceta de asistente. En el tercer partido se vio a un gran Steve Nash que generaba espacios y líneas de pase para Stoudemire al mismo tiempo que irrumpía en la defensa de los Mavs. Sus 27 puntos y 17 asistencias allanaron el camino de la victoria para los Suns 102-119

Los Mavericks se vieron impotentes para frenar el torrente anotador y pasador de Steve Nash así que decidieron cortar el suministro de juego. Pretendían evitar que Nash no regara con pases el terreno de anotación de sus compañeros. Para ello dejaron que jugara constantes unos contra unos, evitando cualquier ayuda que generara una línea de pase hacia un compañero. Avery Johnson puso a un jugador como Josh Howard sobre Steve Nash, más grande y con mayor envergadura para que pudiera dificultar sus asistencias. Nash forzó más de la cuenta para buscar a sus compañeros como demuestran las 9 pérdidas que acumuló al final del partido. Se vio obligado a buscar el aro con más frecuencia de lo que acostumbraba y dio unas de las exhibiciones individuales más asombrosas de los playoffs. Nash anotó 48 puntos en una serie de 20 canastas en 28 lanzamientos.

D’Antoni vio claramente la estrategia de Dallas y ordenó a Nash que mirara a canasta. Dallas dejó espacios para uno de los mejores tiradores de toda la historia que acribilló su aro sin compasión, sin embargo los Mavericks consiguieron que su defensa se consolidara como un elemento disruptor del juego de los Suns.

«Al final perdimos aquel partido. No importa cuantos puntos anoté, porque no está en mi naturaleza. Llevaba 48 puntos y mi cerebro me seguía diciendo que buscara el pase» Steve Nash

Nash era terriblemente sincero, porque era una realidad que se mostraba tremendamente incómodo tomando tantos tiros. Lo paradójico de toda esta situación era que ninguno de todos aquellos tiros estaban mal seleccionados, porque era un animal de gimnasio, cualquiera de los movimientos que desplegaba sobre una cancha habían sido trabajados a fuego durante los entrenamientos hasta que salían de forma natural. Tenía un repertorio de un tipo de 25 puntos por partido, pero el cerebro de la madre Teresa de Calcuta.

Avery Johnson abandonó la estrategia que tan buen resultado le había dado. Pesaron más los 48 puntos de Steve Nash que la repercusión de los mismos (victoria sobre Phoenix). Era como si supusiera una deshonra vencer de esta manera. Dallas permitió que Nash volviera a jugar cómo lo que realmente era, un creador de juego. Nash volvió a encontrar el camino para abastecer a sus compañeros, pero al mismo tiempo seguía viendo grande el aro. Con la confianza por las nubes, el jugador de los Suns acabó con 34 puntos, 13 rebotes y 12 asistencias para dar la victoria en el quinto partido a Phoenix (114-108)

«No hemos encontrado respuestas para él. Hemos hecho todo lo humanamente posible. No puedes dejar a un tipo como el que anote a su antojo. Es ridículo. Nos avergüenza, va en contra de nuestra filosofía». AVERY JOHNSON

El sexto partido en Dallas comenzó muy bien para los locales. Durante gran parte de la noche se podía intuir que la eliminatoria se dirigía hacia un séptimo partido. A falta de 4 minutos para finalizar el tercer cuarto, los Mavericks disponían de 16 puntos de ventaja. Nash comenzó a tomar el control del partido, ayudado por Shawn Marion. El bullicioso público tejano empezó a sufrir un episodio de afonía, típico de cuando la estrella rival empieza a dominar todo lo que sucede sobre la cancha.

Con 1:45 por jugarse y cinco puntos arriba los Mavericks, Jason Terry falló un triple que hubiera supuesto la victoria para los locales. El rechace fue atrapado por Nash, que encontró en un pase profundo a Marion corriendo el contraataque. El alero finalizó la jugada con un 2 + 1. En la siguiente acción Phoenix cometió falta sobre Stackhouse, que sólo aprovecho uno de los dos tiros libres. Once segundos en el reloj, y Nash atravesó como un rayo el campo ante la pasividad de Terry que simplemente retrocedía a la par del avance de su rival. Al llegar a altura a la altura del arco se frenó y lanzó para anotar el triple que llevó el partido a la prórroga. Dirk Nowitzki no podía creer que Terry no hubiera hecho falta sobre él.

«En cuanto vi a Dirk tan furioso. Sabía que íbamos a ganar el partido. Se habían ido mentalmente» Quentin Richardson

Los Suns se impusieron en la prórroga (126-130) y cerraron la serie por un global de 4-2. Incluyendo los últimos cinco minutos del tiempo reglamentario Nash anotó o asistió en 22 de los últimos 31 puntos de su equipo. Anotó sus últimos cinco tiros de campo para finalizar el partido con 39 puntos (58%), 12 asistencias, 9 rebotes y un tapón en 50 minutos de juego.

«Esto no es normal. Lo que estáis viendo no es normal. Lo que está haciendo es casi imposible» Dave Griffin a los padres y a la esposa de Steve Nash durante el sexto partido.

Steve Nash cerró la herida abierta, una herida de la que no quiso hablar de nuevo, por respeto a sí mismo, a sus antiguos compañeros, a la ciudad de Dallas, y por qué no decirlo, por respeto a Mark Cuban, por quién nunca guardó rencor, simplemente se trataba de negocios.

«Adoro a Steve, pero ¿Porqué no pudo jugar como un MVP cuando estaba con nosotros?» Mark Cuban

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