viernes, septiembre 22, 2023
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Los Warriors y la confianza en un entrenador

El cuarto partido de unas Finales de la NBA es, a menudo, la piedra angular de la serie del campeonato. El camino a la victoria última empieza a estar claro, con los jugadores necesarios para lograrla y en qué combinación jugarán como punto de atención.

Pero también requiere de una confianza mutua.

Cien partidos, ocho meses juntos y, a menudo, un entrenador tiene que tomar una decisión importante, en tiempo real, que puede llevar a un equipo hacia una enorme victoria o romperse en una docena de piezas. Los jugadores tienen que entender lo que está ocurriendo; el entrenador tiene que reconocer las implicaciones y proceder como sea.

Con 7 minutos y 32 segundos restantes en el Game 4 el viernes, el TD Garden se caía. Jaylen Brown, de Boston, acababa de convertir una pérdida de Stephen Curry en una bandeja al contraataque – y Jordan Poole empujó a Marcus Smart, de los Celtics, mientras la pelota se introducía en la red y recibió una falta sin balón en el proceso. Boston ganaba 90 a 86 y se acercaba a una ventaja de 3 a 1. Golden State pidió tiempo. Smart tenía un tiro libre cuando los Warriors rompieron su corrillo.

Y cuando lo hicieron, Draymond Green seguía en el banquillo. En el momento de ganar.

El eje del viejo quinteto de la muerte de los Warriors salía del partido por Kevon Looney, que estaba jugando muy bien. Green estaba teniendo problemas, como los tuvo en el tercer partido.

Pero eso sigue sin significar que fuera una decisión sencilla para Steve Kerr, de Golden State. Aunque terminara funcionando. Aunque los Warriors remontaran un déficit de cinco puntos después de que Smart convirtiera su tiro libre y anotaran 11 de sus siguientes 14 puntos para tomar la ventaja por 97 a 94 cuando Kerr metió a Green de nuevo, con 3:41 restantes. En los últimos compases, Green realizó un par de jugadas importantes – un pase con bote a Looney para una bandeja y una precisa asistencia a Curry para un triple definitivo con 1:42 restantes.

Steve Kerr Golden State Warriors

Los entrenadores no piensan en legados en esos momentos. Intentan ganar el partido que tienen delante. Pero sigue siendo una enorme apuesta.

Los Warriors remontaron en una decisivo porque Curry fue de otro mundo, con 43 puntos y 10 rebotes, y porque tuvo mucha ayuda – de Andrew Wiggins (17 puntos y 16 rebotes), Klay Thompson (18 puntos) y Looney, que registró 11 rebotes en 28 minutos. Pero también ganaron porque han estado un mil guerras juntos desde 2015, confían en Kerr y éste confía en ellos. Así que si tiene una buena mano – y Looney estuvo fenomenal en la segunda mitad – puede retirar grandes cantidades de ese banco de memoria institucional.

Anteriores finales han visto momentos cruciales de la serie en el cuarto partido. Rick Carlisle, entonces entrenador de los Mavericks, decidió jugar pequeño en las finales de 2011 contra Miami, con J.J. Barea de base por delante de DeShawn Stevenson para aumentar el ritmo de Dallas en ataque y Brian Cardinal recibiendo importantes minutos de rotación de ahí en adelante.

En 2014, Ime Udoka, ahora entrenador de los Celtics, estaba en el banquillo de San Antonio como asistente cuando los Spurs introdujeron a Boris Diaw en la alineación titular en lugar de Tiago Splitter, un organizador secundario en el parqué necesario para mover la defensa de Miami. San Antonio procedió a despedazar a Miami y ganó en cinco.

Los Warriors siguieron el célebre consejo del asistente Nick U’Ren en 2015 de colocar a Andre Iguodala en el quinteto inicial contra Cleveland, 2-1 abajo ante los Cavs, en lugar del pívot titular Andrew Bogut. Iguodala terminó ganando el MVP de las Finales de la NBA. Y en el Game 4 del pasado año, los Bucks ahogaron arriba de la pista a Chris Paul con Jrue Holiday y Jeff Teague. Funcionó y Milwaukee sacó adelante una victoria que empató la serie, el catalizador para la definitiva victoria de los Bucks en seis partidos.

Los jugadores de un equipo tienen que ser lo suficientemente fuertes mentalmente para soportar el cambio bajo las luces más brillantes.

Pero las decisiones de un entrenador no siempre funcionan.

Kerr habría recibido críticas feroces por sacar a Green, pese a su pobre actuación, si Golden State no hubiera ganado y empatado la serie a dos. Y en una sociedad reactiva en la que ganar es a menudo lo único que importante para muchos, no habrían sido unas 72 horas divertidas antes del Game 5 el lunes en San Francisco. Pero eso no significa que Kerr se habría equivocado.

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