Ricard “Ricky” Rubio Vives nació un 21 de octubre de 1990 en el Masnou. Es el jugador más joven en debutar en la historia de la ACB con 14 años, 11 meses y 24 días. Su debut fue en un partido de primera jornada contra el Granada , 15 de octubre de 2005, donde jugó 5:05 minutos, anotó 2 puntos, dio una asistencia, recuperó 2 balones, llegó a los 5 de valoración y volvió loco a Nacho Ordín, que fue el encargado de defenderle. ¡Qué bicho! Es gracioso ver ahora este video porque no parece real. Nunca he visto una energía similar en un campo de baloncesto. El base titular de ese Joventut de Aíto era Elmer Bennet que tenía 21 años más que Rubio y que ese día jugó 34:55 minutos y el segundo base era, ¡ojo al dato! Marcelinho Huertas que estaba lesionado y que por eso no jugó en Granada. El base del Maresme rompió moldes, pulverizó récords. El reglamento no estaba preparado para él. Era una mezcla de Jason Williams y el diablo de Tazmania. Trasladó el patio de la escuela a la ACB. Iba con sus pantalones hasta las rodillas rollo los Fab Five de Michigan. ¡Un lujo ser contemporáneos a este tío!
Las lesiones, universos paralelos y Marty McFly
A partir de ahí todo fue muy rápido, quizá demasiado, pero eso nunca lo sabremos. Quizá, en un universo paralelo Marcelinho Huertas no estaba lesionado y Ricky no debutaba. Quizá, en un universo paralelo Ricky no se tropieza con Kobe un 9 de marzo de 2012 y no se rompe el ligamento cruzado de la rodilla izquierda. Quizá, en un universo paralelo Ricky no se lesiona del mismo ligamento cruzado un 28 de diciembre de 2021 vistiendo la camiseta de los Cavaliers. Como me gustaría ser Marty McFly y pillar el Delorean para cambiarlo todo. ¡Pero chico es lo que hay! Ricky no sería Ricky sin sus lesiones, como Jabari no seria Jabari sin sus lesiones o Raúl López no sería Raúl López sin sus lesiones y quizá ahora tendría una estatua en Utah. ¿O a caso Sabonis sin lesiones hubiera jugado en Valladolid? Nunca pero gracias a eso Sabas conoció España, tiene casa en Málaga y un hijo estrella de la NBA y fan de Unicaja. Con eso quiero decir que no todo es tan malo. Ni todo es tan bueno, claro está. El día que Ricky se lesionó en 2021 le metió 27 puntos a los Pelicans y el 8 de noviembre de esa misma temporada le metía a los Knicks 37 con 10 asistencias y Lebron twiteaba mientras lo veía en directo: “Rubio is going insane in The Garden right now”.
Escenarios y posibilidades
Yo quiero que Ricky vuelva al Joventut pero eso lo queremos todos, ¿no? Yo quiero que los niños que entrenan en el Palau Olímpic se crucen con Ricky un martes cualquiera y les salte el corazón de alegría. Quiero que Ricky vuelva a ver su foto en el túnel de vestuarios junto a las de Pau, Rudy, Mallet, Corny, Villacampa y Margall. Quiero que Ricky conviva con su ansiedad y con la nube negra de la depresión, como decía Winston Churchill, de una manera pacífica y civilizada. No hay prisa. Aún puede parar un año si lo necesita, incluso más. Allí están Tomic con 37 o Marce con 41. Que recordemos todos que en la Penya también hay presión. Que este año en Badalona se silbó a Pau Ribas y Carles Duran lo sentó para que la cosa no fuera a más. Que en el Olímpic se silbó a Villacampa. Que el basquet profesional, como todos sabemos y olvidamos a la vez, es muy duro y exigente. Que esto no es Disneylandia, ni te puedes saltar las colas con la pulserita del free pass. Que volveremos a repetir los mismos errores sin despeinarnos. Que el Lamine de hoy es el Bojan de ayer. Y que cuando un día salga un niño de 12 años buenísimo lo haremos debutar con el primer equipo. Y venderemos camisetas por un tubo.
Uno no elige las cosas que le hieren ni de quien se enamora
Esta aventura puede no salir bien del todo. Pero no por eso será menos bella. Que lo del Barça no ha salido tan mal. ¿Alguien en su sano juicio pensaba que con la llegada de Ricky, Tavares se iba a encoger, Facu iba a dejar de hacer magia y Musa dejar de clavar triples? ¡Venga ya! Ricky debe quitarse la presión de los hombros. La presión de compañeros, amigos, familiares, managers, patrocinadores, entrenadores y aficionados porque todos quieren, queremos, algo de él. Que Ricky abrace su esencia. La del niño que jugaba en Masnou y luego en Badalona. La del niño que Aíto invitó a un entrenamiento, le prestaron unas zapatillas y nunca más bajó de la élite. La del niño de los Juegos Olímpicos de Pekín que defendía a Toni Parker. Es muy complicado nacer con un don. Uno no elige sus dones. Uno no elige ser extraordinario. Son los dones los que nos eligen a nosotros. Ricky llegó a nuestro baloncesto como un vendaval. Un terremoto de 14 años. Un niño con magnetismo. Todo lo que hacía y hace se multiplica por mil. La gente siente atracción por él y eso es bueno pero también tiene un lado oscuro. Es complicado ser Ricky.
Me vienen a la cabeza las palabras de Jorge Drexler para concluir estás líneas que me han quedado a medio camino entre los números de la estadística y mi sentimiento por el genio del Masnou:
Se es…lo que se es / Lo que siempre se ha sido / Se siente…lo que se siente (…) Tenga o no tenga evidente sentido / Y rara vez se es tal y como se quiere / Se llora lo que se llora / Uno no elige de quien se enamora / Ni elige que cosas a uno lo hieren / Y en lo mas sutil de los cuerpos sutiles / Lejos de la noria de causas y efectos / Se tiene el corazón que se trae por defecto / Así como Aquiles por su talón es Aquiles.
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Ficha del autor
Bienvenido a «Media distancia». Aquí podrás leer historias sobre jugadores de baloncesto. ¿Te has parado a pensar que estos tipos muchas veces son injustamente criticados por los aficionados? ¿Te has parado a pensar que todos ellos son unos elegidos, unos talentosos y unos héroes para grandes y pequeños? Pues quiero escribir sobre ellos. Sin darle importancia a si juegan en un club o en otro. Quiero escribir sobre sus victorias y derrotas. Y sobre todo quiero escribir sobre los Clarks Kents, las personas normales que se esconden detrás de los héroes de la pelota naranja.
En 'Tiempo De Basket' desde el 30.04.2024







