viernes, diciembre 5, 2025
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Rudy Fernández, el enemigo

Rudy, el enemigo. Ya en sus inicios en la ciudad de Badalona escuchamos de él, un portento técnico de los que aparecen pocas veces en décadas, un jugador del siglo XXI; ágil, alto para su posición, rápido, con capacidad de salto, buena mano y listo, endiabladamente listo. La rumorología suele ser una ciencia inexacta y junto a la figura de Rudy Fernández aparecía otro nombre que compartían origen, pero no destino: Ricky Rubio era el otro sujeto de discusión. A diferencia de Ricky a Rudy le acompañaba otra fama distinta a la deportiva, una de esas famas que uno no sabe si son o no ciertas hasta que la toma en sus manos y, de alguna manera, se formaliza delante de sus propios ojos. Se decía que el carácter de Rudy podía convertirse en una lacra para su carrera deportiva; prepotente, provocador o maleducado eran solo unos ejemplos de los adjetivos que le definían, o podían hacerlo. ¿Pero acaso no son todos así? ¿Unos chicos post-adolescentes que parece que tienen el mundo en sus manos no es habitual que actúen de esa manera? Puede ser, pero el caso de Rudy parecía sobrepasar todo límite de lo razonable.

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Rudy, el enemigo, el odiado por todos sus rivales. Su impacto en la liga con el Juventud de Badalona fue inmediato, excluyendo las dos temporadas en las que estuvo en plantilla y prácticamente no jugó, Aíto, maestro y visionario, le dio una responsabilidad dentro del equipo impropia de un chico de tan solo 18 años. En la temporada 2003-2004 promedió 11,1 puntos, 3,9 rebotes y 3,3 asistencias en 28,1 minutos de juego con un 39% en tiros de 3, algo completamente impensable hoy en día en una liga donde los jóvenes españoles tienen más valor de cupos que de deportivos dentro de ciertas organizaciones que todos conocemos. Para poder hacernos una idea de su grandeza a su corta edad, en esa misma temporada fue nombrado MVP de la copa de rey siendo su equipo derrotado por el TAU de Vitoria, con 18 años y perdiendo la final, sencillamente impresionante, parecía que su límite era el cielo.

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Rudy, el enemigo, el agresivo. Las siguientes temporadas en el Joventut sirvieron para consagrar al jugador como uno de los mejores exteriores de la ACB, sus números no dejaron de crecer año a año hasta alcanzar cotas solo disponibles para los mejores jugadores de la historia de la competición doméstica española. En la temporada 2007 – 2008 le vimos acreditar sin pestañear 21,2 puntos, 3,1 rebotes y 4,1 asistencias con un 40,9% en tiros de 3 en poco más de 28 minutos de juego. Rudy era uno de los diamantes de una generación excepcional sin embargo su fama de carácter complicado no dejó nunca de ensombrecer su carrera. En España, y me imagino que al igual que en el resto del mundo, tenemos la tendencia a ocultar lo que no nos gusta de los nuestros y a exagerar lo que sí nos gusta, como si lo pudiéramos borrar de un plumazo y hacerlo desaparecer a golpe de prensa, con Rudy se intentó y se consiguió en cierto modo, si uno no estaba muy atento a lo que ocurría en la cancha no se daba cuenta de la cruda realidad. Gestos inadecuados, faltas innecesarias o miradas e intercambio de opiniones con ciertos públicos rivales le convirtieron en el blanco favorito en muchos pabellones.

Consagrado en Europa, Rudy, el enemigo, decidió dar el salto a la mejor liga del mundo, él estaba preparado para un reto de estas características como había estado preparado para todo en la vida. Portland fue su destino y su recibimiento en la ciudad se pareció más a la de una estrella de Hollywood que a la de un rookie proveniente del viejo continente, los fans lo amaron desde un primer momento. No en vano, venía de hacer una de las actuaciones más destacable de la historia de la selección española de baloncesto, uno de esos partidos de los que te hacen creer que todo es posible, un mate en la cara de Howard o un triple que nos puso a 7 puntos a falta de menos de 3 minutos contra la todopoderosa selección de estados unidos fueron, son, y serán uno de los momentos más especiales que todo aficionado al baloncesto español debería llevar forjado a fuego en su interior. Rudy nos convirtió a todos en sujetos religiosos, haciendo terrenal lo que nos contaron que solo era propio de los Dioses. En Portland supieron desde un primer momento que se habían hecho con los servicios de un jugador especial y le mostraron el respeto que se merecía. En los Blazers hizo pareja con otro conocido español: Sergio Rodríguez. La spanish conexión, como lo bautizó la prensa americana, hacía referencia al espectáculo dado cada noche por Rudy y el Cacho, normalmente en forma de alley-oops o pases sin mirar para terminar con un triple del jugador balear.

Las cosas parecían irle bastante bien en su primera temporada, sus 10,4 puntos, 2,7 rebotes y 2 asistencias por partido y su inclusión en la lista de los 10 mejores rookies de su generación así lo acreditaron. Rudy era un jugador muy popular y le invitaron al concurso de mates ese año, él aceptó consciente que era muy poco probable que tuviera que ir, ya que había candidatos con mejor encaje antes que él, no obstante, el destino es caprichoso y los astros se alinearon para que le tocara presentar candidatura en el Dunk Contest del año 2009. Apoyado por un Pau Gasol ejerciendo más como mentor que como amigo, Rudy confesó en alguna ocasión que fue uno de los momentos que peor lo pasó en su carrera deportiva, todo lo que envuelve el show americano no siempre es seguido por todo el mundo y menos por los que no se han criado a ahí, Rudy era ajeno a todo eso y, pese a que su involucración fue muy buena, la presión del momento le pudo pasar factura. Al final su participación fue correcta, ni más ni menos de lo esperado, con especial mención al homenaje a Fernando Martín que los comentaristas yankis confundieron con Ricky Martin.

A Rudy, el enemigo, no le fueron demasiado bien las cosas en las temporadas siguientes. Competidor hasta el absurdo y exigente consigo mismo hasta el extremo, consideró que no jugaba todo lo que debía hacerlo. Tampoco tenía una relación demasiado fluida con su entrenador Nate McMillan, y parecía que la comunicación entre ellos brillaba por su ausencia, en una ocasión se le ocurrió expresar públicamente su descontento mediante la falta de minutos, la reacción furiosa de McMillan fue dejarlo todavía más sin protagonismo en la cancha. Sus números cayeron un poco, de algo más de 10 puntos a 8 y algo durante las siguientes dos temporadas pero, estadísticas al margen, la sensación siempre fue que se estaba desaprovechando un talento excepcional, que se perdía en el berenjenal de la sociología deportiva, que la progresión se había cortado de golpe debido a los cambios de humor de un entrenador especial y Rudy lo sabía, y Rudy, el enemigo, no podía permitirlo. En la temporada 2011-2012 y después de un breve paso por los Denver Nuggets decidió volver a Europa de la mano del Real Madrid.

En esta última etapa, que fue de las más longevas de su carrera, volvimos a encontrarnos con Rudy, el enemigo, en su máxima esplendor. Ya maduro en juego y carácter, volvió a demostrar su dominio en Europa, incluso más fino y elegante que antes con ese punto competidor que en ocasiones le pasaba factura, pero en otras le hacía ganar títulos, Rudy siempre lo tuvo claro, si el precio a pagar por ganar era ser un villano, que así lo fuera. Es la clase de carácter que suelen mostrar la élite entre la élite, le pasaba a Jordan, a Bryant y a Lebron, villanos para sus rivales y héroes para los suyos, sucios para sus enemigos, pero duros para sus aliados, es así la doble barra de medir que usamos en la sociedad y el baloncesto ha sido nunca ajeno a esta. Para exponer con un ejemplo lo que intento expresa es preciso que viajemos hasta Lituania hace casi una década, el Madrid fue a jugar contra un equipo del mismo país cuyo nombre no quiero acordarme y con el resultado a favor, Rudy estuvo provocando al público durante gran parte del encuentro, esos gestos innecesarios, esas miradas desafiantes sin sentido y esa prepotencia del que se cree superior al resto encendió la poca mecha que tienen algunos aficionados lituanos. Tal fue así que, en la salida del partido, unos gemelos de más de 2 metros y espaldas como trolebuses, consiguieron sortear el cordón de seguridad para llegar al jugador Balear y arrearle un par de mandobles. Físicamente no pasó nada, pero generó un debate muy interesante en España.

Rudy, el enemigo, villano para unos, héroe para otros, consiguió dividir el país a raíz del altercado con los gemelos. Una parte de los opinólogos pensaban se lo había merecido, ¿Cómo podía presentarse de esa guinda en un contexto donde los nervios están a flor de piel? ¿es que no tiene ninguna educación? Y existía otra corriente que pensaba que la violencia jamás era justificada, ¿es que no veis que estáis apoyando una agresión física? Personalmente siempre he pensado que en la justa medida es en donde suele haber la respuesta más correcta, Dios vive en los detalles, que decía aquel. Rudy, el enemigo, prepotente y provocador, siempre me ha parecido un jugador con el que preferiría no tener ninguna relación deportiva con lo que respecta a mis equipos favoritos, una de esas figuras que te caen mal sin remedio, de las que no les deseas ningún mal ni tampoco ningún bien. En un momento dado de su carrera tuve la tentación de desear su retiro, que nos dejara en paz de una vez, ya con cierta edad que se meta en su cueva de prepotencia y que, si puede ser, no salga jamás. Sin embargo, una vez más los acontecimientos sorprenden en cuanto llegan. Al igual que Batman no podría vivir sin su Joker, en el ocaso de su carrera y anunciada su retirada me gustaría expresar mi agradecimiento a Rudy, el enemigo odiado, de un talento excepcional y una inteligencia muy superior a lo que me gustaría reconocer, por hacer mejor al baloncesto español durante toda su carrera. Rudy, el enemigo, el prepotente, el altivo, el sobrado, pero por encima de todas las cosas el respetado, y creo yo, conseguir el respeto de tus enemigos es uno de las cosas más complicadas de conseguir en la vida.

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Ficha del autor

Uve_12

En 'Tiempo D3 Basket' desde 19.10.2023

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