La temporada 1986/87 de Arvydas Sabonis culmina no sin bastantes problemas, puesto que fuerza para volver a quedar campeón de liga por encima del TsSKA. Eso le lleva a pasar por el quirófano y perderse el Eurobasket´87.
Arvydas Sabonis, caída y regreso al trono
Comienza el calvario
Según el doctor Kestutis Vitkus “cada una de las dos operaciones duró varias horas., hubo que coser minuciosamente con finísimos hilos sintéticos el tendón roto para que pueda soportar grandes cargas: los 130 kilos de Sabonis sin ir más lejos.” Sobre el pronóstico en la recuperación nadie quiere aventurarse y el doctor de Vilnius, menos que nadie: “no podemos anticipar nada, pues la recuperación debe ser perfecta; de sufrir un nuevo desgarro, se acabaría el deporte para Arvydas. Además, cuando sane del pie derecho, habrá que intervenirle de una vieja lesión en el tendón del pie izquierdo.”
Empieza con natación para adelgazar su peso y de nuestro protagonista declara: “No pierdo la esperanza de estar en los JJOO de Seúl. Haré todo lo que dependa de mí para estar en forma cuanto antes”.
Vuelve a tener una nueva rotura del tendón de Aquiles, y aquí comienzan los rumores: unos indican que se cae por la escalera de la clínica, otros que pisa una botella vacía que estaba por el suelo debido a que Arvydas Sabonis bebe más de la cuenta… Rumores que llegan de forma misteriosa con el consabido reparo a divulgar algunas noticias por parte del gobierno soviético.
Sergei Belov, todo un referente del basket soviético, declaraba: “Estoy seguro que la lesión de Sabonis se pudo evitar. Los culpables son los entrenadores y el médico del club. Los especialistas traumatólogos advirtieron que era necesario someterse a un tratamiento y que las cargas debían ser eliminadas. Pero el club decidió que jugara el partido decisivo de la liga; además él quería jugar, imagino debido a su juventud. Y ya ve el resultado. Tendremos y tendrá suerte si vuelve a jugar.”
Respecto a su convalecencia, añadía: “en gran parte la culpa es del mismo Arvydas pues aumentó demasiado peso, 15 kilos, y no trató de aumentar la masa muscular; sino que sencillamente no se cuidó y engordó, lo cual con toda seguridad desempeñó un papel negativo.”
Arvydas Sabonis tenía 23 años y no sabía ni cuándo ni a qué nivel volvería a pisar una pista de baloncesto. No supieron pararlo en los momentos clave y que su cuerpo fuera aclimatándose a los esfuerzos y las exigencias requeridas por sus diversos entrenadores.
Una luz al final del túnel
A principios de 1988, las autoridades soviéticas permiten que Arvydas viaje a Estados Unidos, más concretamente a Portland, para que los Trail Blazers puedan trabajar con él con una única idea: recuperarle para el baloncesto. Pero con diferentes objetivos: los soviéticos para volver a reinar en Europa y los estadounidenses para proteger su inversión.
El corto permiso para permanecer en Oregón se alarga durante meses. Y con la evolución positiva de la recuperación comienza con los ejercicios con balón. Mientras todos observan con buenos ojos su mejoría, John Thompson, seleccionador olímpico USA, se indigna al comprobar cómo están ayudando a recuperarse a Sabonis. No considera correcto “ayudar al enemigo”. A pesar de que le indicaban que no llegaría a los Juegos de Seúl, añadía “tendremos una rivalidad directa. Prepararle para ello no está bien.”
Y llegó Seúl
Uno de los grandes atractivos de los JJOO de Seúl era comprobar el estado físico y mental con el que llegaba Sabonis a esta cita tras su lesión. Esos kilos que había cogido durante su larga convalecencia dejaban en el aire lo que sería capaz de realizar sobre una cancha de baloncesto.
Sin embargo, lo que había perdido en velocidad y salto se canalizó en una mayor inteligencia a la hora de entender, más todavía, este deporte: claridad a la hora de pasar a los compañeros, mejoría en el tiro de media y larga distancia (aunque no siempre lograra grandes porcentajes, pero sí unos aceptables) y en sus movimientos defensivos.
Durante el torneo supieron, ahora sí, dosificarlo para los partidos importantes. De esta forma, llegó en buenas condiciones para jugarse contra Estados Unidos un puesto en la final. En este encuentro dominó ampliamente a los pívots rivales, incluido el nº 1 del draft David Robinson.
Salvado el escollo de las semifinales, jugaron la final ante los “sempiternos” rivales: Yugoslavia. Otra demostración de buen juego y de inteligencia junto con la inestimable ayuda de su “compatriota lituano” Sarunas Marciulionis, hizo posible la consecución de otro título olímpico para la URSS.
Arvydas Sabonis ya había conseguido todos los triunfos posibles con la URSS a nivel internacional y volvió a dar muestras que, a pesar de las lesiones, seguía siendo el nº1 de Europa y ¿por qué no? del mundo.
El «ÚLTIMO BAILE» con la URSS
El Eurobasket´89 de Zagreb se preveía una fiesta para los “plavi” que habían logrado juntar a una espléndida pléyade de figuras tanto de presente como de futuro. Todo parecía perfecto para que la final fuese una revancha entre Yugoslavia y la URSS.
Pero antes que se vieran las caras estos “viejos enemigos” hizo acto de presencia en el partido de semifinales Grecia – URSS un nuevo e “improvisado” invitado que tomó el protagonismo del encuentro: el árbitro estadounidense Dodge. Machacó hasta la saciedad a los soviéticos, siendo totalmente permisivos con los griegos. De esta forma impidió que se produjera la final tan esperada.
Fue la última medalla que consiguiera Sabonis con la selección de la URSS, al derrotar a Italia en el partido de consolación por el tercer y cuarto puesto, aunque ya se palpaba cierta desgana y desmotivación de jugar por unos colores que nunca los consideró como suyos.
Salida a la ACB
La temporada 1989/90 en España se presentaba con un nuevo atractivo: rumores del fichaje de Sabonis por el Fórum Valladolid. Su presidente, Gonzalo Gonzalo, comienza a moverse en todos los frentes, tanto económicos como burocráticos, para que la estrella lituana acabe jugando en el club pucelano. Y como se relata en Nuevo Basket “cuando todo parecía atado, surgió un problema al imponer que con Sabonis fuera Gomelski de técnico. Todo se arregló al aceptar el Valladolid C.B. una contratación doble: Arvydas Sabonis y Valdemaras Homicius”. Estas eran las formas en las que se desenvolvían las autoridades soviéticas.
Durante su primer año en Valladolid, Sabonis fuer recuperando la forma y dando muestras de su calidad, aunque según palabras de Brad Greenber, encargado por los Blazers de seguir su fichaje “me temo que hoy por hoy, no está en condiciones de ofrecer el rendimiento adecuado para una inversión tan grande”. Así que continuó en Valladolid dos temporadas más, quizás prefiriendo asegurarse un contrato millonario y recuperarse mejor a correr el riesgo de la prueba físico-médica que deberían hacerle en Portland. Con su aportación, el club consiguió ser finalista de la Copa príncipe de Asturias en 1991.
Paso a los títulos
En los tres años que pasó en Valladolid, Sabonis hizo buenos números, lo que permitió que fichara por un grande de la liga con vistas a ganar títulos y jugar contra rivales de entidad con más presión en los partidos y que el club intentara conquistar la ansiada Copa de Europa. Firma por el Real Madrid.
No es sorprendente, con la calidad de un jugador de las características de Sabonis, que mantuviera unos buenos números durante las tres temporadas que estuvo en el club madrileño. Lo que más llamó la atención fue su mejora en cuanto a comprensión del juego, a dominar cada faceta del mismo de una manera más inteligente.
Su primera temporada dio paso a los títulos de Liga y Copa, pero se le resistía la Copa de Europa. El fichaje de Joe Arlaukas por parte del club blanco hizo que formaran una extraordinaria pajera. Con ellos llegó finalmente en la temporada 1994/95, dirigidos desde el banquillo por Zelijko Obradovic, el título ansiado, tanto para el club (15 años sin ganarlo) como para el jugador: la Copa de Europa (actual Euroliga). Ya había obtenido el título que tanto ansiaba.
Me van a echar de España
Pero no todo fueron alegrías en la carrera de Arvydas Sabonis en Madrid. En su última temporada durante el partido ante el Coren Orense, Arvydas propinó un cabezazo a Bryson. Tras la tangana originada el lituano fue expulsado. En declaraciones posteriores admitía “siempre hay provocaciones, pero todo depende de los árbitros. Intento jugar limpio, no hacer falta. Algunas veces, estás más nervioso y pones la mano. Entonces, es falta. Levantas el brazo y ya está. Soy culpable y quiero pedir perdón al club, al equipo y a mis compañeros. No sé lo que me ha pasado en ese momento. No puedo explicarlo ni justificar una agresión”.
No se quedaban así las declaraciones de nuestro protagonista que añadía “llevo seis años aquí y ya lo tuve que pensar una vez, hace tres años cuando estaba en Valladolid, que me tendré que ir de España si los demás pueden hacer conmigo lo que quieran. Me ocurre muchas veces, que me están pegando y tengo que aguantarme. Pero mira, todos van a por mí y es como poner una mina: que un día explota”.
Lituania
En el verano de 1992, Lituania participaba por primera vez en una competición oficial desde la independencia de las repúblicas bálticas. Y lo hacía nada más y nada menos que en los Juegos Olímpicos de Barcelona, donde competían también por vez primera los profesionales de la NBA. Defendiendo a los Estados Unidos se encontraba el “Dream Team”. Junto a Sarunas Marciulionis demostraron a todo el mundo de lo que eran capaces los jugadores de un pequeño país. Se auparon al podio: medalla de bronce. Sólo precedidos por el “Dream Team”, que consiguió el oro, y Croacia, otro pequeño país, pero con unos jugadores de una calidad increíble, que fue plata. Como anécdota cabe reseñar que, tras una larga noche de celebración tras el éxito obtenido, Arvydas no se presentó a la ceremonia de entrega de medallas. Estaba durmiendo en su habitación.
La siguiente cita internacional de Lituania fue en el Eurobasket´95 de Atenas, donde dieron otra gran imagen. Lograron el segundo puesto, sólo superados por Yugoslavia. A pesar de este resultado, tuvo unas declaraciones muy jugosas: “El baloncesto evoluciona muy rápidamente y los árbitros no. Ellos se están quedando atrás y lo demuestran día a día. Un árbitro debería ser como un juez. Saber el alcance de sus decisiones”. También arremetió contra el árbitro estadounidense Toliver y Borislav Stankovic: “La final fue un atraco. Cuando juegas la final del Europeo y ves que te están robando el partido ya no sabes qué hacer. Es una situación tan injusta… Cuando me vi eliminado y con el equipo destrozado me dieron ganas de decir ¡a tomar por saco Stankovic y sus árbitros!”. Casualmente, si se puede decir así, en el Eurobasket´89 también tuvieron el arbitraje de un americano y les privaron de cotas mayores.,
Quizás tenía razón al añadir “nadie confiaba en la selección lituana, pero nosotros creíamos ciegamente en nuestras posibilidades. Hemos conseguido forma un grupo muy unido”. Prácticamente este grupo, con algunas salvedades, consiguieron de nuevo el tercer puesto en unos juegos olímpicos. En este caso en Atlanta en 1996. Algo muy meritorio, a tenor de las palabras de Arvydas Sabonis: “En mi país ser jugador de baloncesto es convertirte en un fenómeno social. El baloncesto es el deporte número uno. Damos todo lo que tenemos dentro, porque cuando volvemos a casa queremos que todos estén orgullosos de nosotros”.
La «aventura americana»
Diez años después de ser elegido en del draft, el jugador lituano llega a Oregón. Jugar a la NBA y tener 31 años en tu primera temporada puede resultar curioso y hasta “raro”. Pero no para Sabonis. “Había llegado el momento de demostrar su valía ante los mejores jugadores y en el mejor campeonato del mundo” como reconocía el jugador en rueda de prensa. Pero sobre todo tenía sus ideas muy claras “aquí, si tienes el balón, hay que tirar. Si no, lo hace el que tienes al lado. Aunque lo más importante para mí es que el equipo gane y que mis compañeros confíen en mí”. Esto deja de manifiesto la confianza que tenía en su juego, a pesar de que intentaban administrar sus minutos debido a su antigua lesión y por miedo a que recayera. “No tengo ningún tipo de temor a enfrentarme a nadie. Tengo 31 años y ya he demostrado cual es mi valía”. Sus palabras denotan el carácter del pívot, sabedor que ya se había enfrentado a grandes pívots de la NBA en distintas competiciones internacionales y no había sido “arrollado” por ninguno de ellos.
Formó parte del mejor quinteto de novatos de la liga, cosa al alcance de pocos. Continuó en los Blazers durante siete temporadas, en la que mantuvo su nivel de juego, tanto en minutos como en aporte de puntos y rebotes para su equipo.
Punto final
Tras su paso por la NBA, volvió a sus orígenes: el Zalgiris de Kaunas, el club que lo vio “nacer”. Y la verdad es que este punto final se podría decir que casi fue como un cuento de hadas: estuvo en las puertas de clasificarse para la Final Four de la Euroliga y fue elegido MVP de la competición en temporada regular. Finalmente anunció su retirada de las canchas en el 2005 y pasó a formar parte de la directiva del Zalgiris.
Pero su última aportación fue la creación de una escuela de baloncesto en Kaunas. Una escuela donde el aspecto académico camina de la mano del deportivo, como reconoce el propio Sabonis: “Se exige un sacrificio tanto en las aulas como en las canchas. Es lo importante que tiene una buena formación. Así se lo intento hacer ver a los chavales en mis charlas”. De esta forma, la “Escuela de Baloncesto Arvydas Sabonis” cumple con una labor altruista dirigida a todos, siendo su acceso libre y gratuito. Los únicos requisitos que exige son “desear practicar el baloncesto, tener disciplina y mantener una positiva conducta social”.
Sin menoscabar todos los éxitos conseguidos, las duras penurias que tuvo que pasar durante su lesión, siempre quedará en el aire qué hubiera sido de aquel joven si hubiese tenido la oportunidad de jugar fuera de su país cuando se encontraba en plenitud física con 20 años. No quepa duda de que habría marcado una época todavía mayor a la que consiguió e incluso muchos de sus rivales de entonces no dudan en afirmarlo. Y como muestra estas declaraciones:
Dino Radja: “Ustedes no conocen a Sabonis. Yo lo vi por la tele entre 1982 y 1986 y créanme, era el mejor pívot del mundo. De haber llegado entonces a la NBA hubiera sido 10 años seguidos All Star”
Vlade Divac: “No hay color. Puedo decir sin miedo que fue mejor jugador que O´Neal, Ewing y Olajuwon”.
Fuentes: Nuevo Basket, Gigantes, Endesa Basket Lover y Antonio Rodríguez.
Agradecimientos: Antonio Rodríguez (por su ayuda y colaboración) y Natxo Andreu (por lanzar el reto y su ayuda)
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Baloncesto como forma de vida
En 'Tiempo de Basket' desde 14.05.2020