En estas fechas de marzo y abril en las que se disputa el título de la competición universitaria norteamericana, la NCAA, hablemos de dos de sus protagonistas históricos, leyendas del baloncesto.
Siempre había leído que Larry Bird abandonó la Universidad de Indiana (Indiana University), donde estaba becado para jugar en su equipo, los “Hoosiers”, por no ser capaz de habituarse a un campus que le pareció enorme comparado con su pequeño pueblo de Indiana, French Lick (aunque nació en West Baden Springs). El contraste que le supuso la vida universitaria con la que llevaba en su localidad siempre se ha aducido como la causa principal que le llevó a abandonar, volver a su pueblo y ponerse a trabajar en el servicio de recogida de basuras, trabajo que alguna vez ha contado le sirvió para aprender muchas cosas.
El hecho, según relatan estudiantes de aquella época en dicho campus como Patrick Wiltshire, es que ese principio de curso de 1974, Larry no llegó a estar ni 25 días en la universidad y ni siquiera llegó a ponerse a las órdenes de Robert Knight, popularmente Bobby. Y nunca se sabrá, pero este mismo licenciado en matemáticas y económicas en la Indiana University duda de que Bird hubiera jugado mucho en un equipo que vivía sus mayores días de gloria entrenados por Knight, ya que ganaría el “Big Ten” y el campeonato de la NCAA dos temporadas permaneciendo invicto en 1976.
En el libro “When March Went Mad: The Game that Transformed Basketball” su autor Seth Davis lo relató así:
“El comienzo de las clases no hizo más que aumentar la sensación de estar fuera de sitio de Bird. Ahí estaba él, mal protegido, un sumamente introvertido adolescente que apenas había pisado más allá de su pueblo de poco más de trescientos habitantes, metido sin amigos en un campus de más de 32.000 estudiantes. Por si fuera poco se le hacía muy largo el hecho de tener que andar bastantes millas solo para ir a clase. Y como él mismo suele decir medio en broma, ‘No era ningún genio en la escuela’.
Si pensaba que iba a tener algún apoyo emocional por parte de los profesores, esa idea se le quitó rápidamente también. Una noche, mientras estaba paseando por la calle con Jan Condra, que también había fichado por Indiana a petición de Larry y con la hermana de este, Larry levantó la vista y vio a Knight caminando hacia ellos. Él se puso rígido preparándose para hablar con su entrenador principal por primera vez desde su llegada al campus. Knight se acercó más a Bird; Bird dijo ‘Hola’ y Knight pasó de largo sin decir ni una palabra.
‘Larry no dijo nada pero puedo decir que se veía claramente que estaba herido en sus sentimientos. Larry estaba acostumbrado a que la gente fuera amable con él’, cuenta Condra: ‘No le gustó la personalidad del Coach Knight’.
Tiempo más tarde Bob Knight lamentaría haber tratado tan fríamente a Bird: ‘Larry Bird es uno de mis más grandes errores’ dijo. ‘Fui negligente al no entender lo que Larry necesitaba en esos momentos de su vida’”.
Y es que Larry provenía de una familia pobre en la que su padre, Joe, veterano de la guerra de Corea, con muchos problemas psicológicos como secuela de la contienda, agravados por su alcoholismo, se suicidaría cuando Bird contaba apenas con 18 años, con su madre haciendo juegos malabares para sacar a sus hijos adelante con alguna ayuda de sus abuelos.
Todavía en 2009, que fue cuando Knight dijo eso lo tenía en su conciencia.
Estas cosas no pasarían hoy en día con los programas de reclutamiento de las universidades que acogen a los estudiantes deportistas como estrellas y llegan a ofrecer hasta trabajo a los padres. Y como ya se sabe también ha habido mucha corrupción por las ganancias que produce el baloncesto universitario.
Como muestra alguna película hay. A bote pronto, nunca mejor dicho hablando de baloncesto, se me ocurren “Ganar de cualquier manera (Blue Chips, 1994, dirigida por William Friedkin)” protagonizada por Nick Nolte en la que salen Shaquille O’Neal, el propio Bob Knight o Rick Pitino entre otros o “Una mala jugada (He Got Game, 1998, dirigida por Spike Lee) con Ray Allen haciendo de hijo de Denzel Washington al que no se le da mal el juego del baloncesto del que es aficionado.
La clave de este negocio millonario en que se ha convertido el baloncesto universitario de la NCAA es precisamente lo que ocurrió a continuación del feo trato de Bobby Knight a Larry Bird. El jugador abandonó el campus y sus estudios, estuvo una temporada sin jugar hasta que le reclutaron de una universidad más pequeña, la Universidad de Indiana State, donde hizo aquello para lo que había nacido, jugar al baloncesto, llevando a ese humilde equipo a la final estatal de la liga universitaria en 1979.
Dicha final contra el equipo de Michigan State donde jugaba un tal Earvin “Magic” Johnson, alcanzó audiencias millonarias nunca vistas en la historia de la televisión (es el partido más visto de la historia de la NCAA con 35,11 millones de espectadores) y el paso de los dos jugadores, que se convertirían mas tarde en amigos, a la NBA, junto con la llegada cinco años más tarde de Michael Jordan cimentaron la competición global que es hoy en día, (El partido de la NBA con más audiencia de la historia es el sexto partido de la final de 1998 con el famoso tiro ganador de Jordan entre Chicago Bulls y Utah Jazz con 35,8 millones).
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