viernes, octubre 10, 2025
InicioAnálisis / OpiniónEl último día de Hondo en la oficina

El último día de Hondo en la oficina

Las imágenes permanecen en la retina de aquellos que le vieron jugar: clutch shots en los últimos segundos, el robo dramático que protagonizó una de las frases más icónicas de la historia de la NBA en la voz de Johnny Most (‘…and Havlicek stole the ball’), los miles de kilómetros recorridos por la línea de fondo dejando sin respiración a sus sufridos defensores… Un domingo por la tarde del 9 de abril de 1978, John Havlicek se despedía delante de la que fue su afición durante 16 años. Después de más de 26.000 puntos y 8.000 rebotes y casi 6.000 asistencias, sin mencionar ocho campeonatos y dos meses de una gira de homenaje de despedida por toda la nación, pisó el Boston Garden con el uniforme de los Celtics por última vez. Se retiraba con más 1.400 partidos disputados con aquella camiseta (entre regular season y playoffs).

dazn baloncesto nba acb

Antiguos compañeros y ex jugadores, personajes públicos pertenecientes al ámbito de la política y el deporte se dieron cita para ser testigos de su último partido. Durante casi dos décadas como jugador de los Celtics fue testigo de la transformación de la NBA y también de la sociedad americana. Se retiraba el último miembro perteneciente a la dinastía más longeva del baloncesto profesional norteamericano, que hizo de hilo conductor durante los años 70 para que los Celtics mantuvieran su tradición competitiva y su legado pudiera transmitirse como si de un mensaje en una botella se tratara para ser recogido en la orilla por sus sucesores en la franquicia en los años 80.

Su versatilidad y condición de ‘two way player’ jugando al límite de sus fuerzas en ambos lados de la cancha, le convirtió en el alero más completo de la historia en el momento de retirarse. Por fortuna pudo tener una despedida acorde a su trayectoria y contribución al baloncesto y a su franquicia, algo de lo que no disfrutaron referentes cercanos en el tiempo como Elgin Baylor, Jerry West, Oscar Robertson o Wilt Chamberlain. Su sencillez y humildad le hizo ser respetado y querido incluso entre aquellos que no eran aficionados de los Celtics. Muchos nostálgicos veían en Hondo el paradigma del jugador que se preocupaba por elementos nada triviales como el orgullo, el trabajo en equipo y el beneficio del colectivo por encima de la brillantez individual.

En cierto modo debió ser bastante duro para él disputar una última temporada con tantas derrotas por el camino en el seno de un equipo que sentía completa indiferencia en las derrotas. No me imagino lo que pasaría por la cabeza de Hondo el día que Sidney Wicks y Curtis Rowe saliendo de la ducha preguntaron a sus compañeros después de una humillante derrota por 30 puntos: «¿A qué vienen esas caras? El récord de victorias y derrotas no viene reflejado en el cheque, vamos a cobrar igual». En ese contexto en el que la forma de entender el baloncesto había cambiado, Hondo no estaba dispuesto a sacrificar su alma.

Decía su compañero Kermit Washington, que para los aficionados era más fácil identificarse con John Havlicek, porque él no había nacido con un talento o un don como Julius Erving o Kareem Abdul Jabbar. Había forjado sus habilidades a través de su deseo y determinación, incluso cuando muchas de sus virtudes no las traía de serie. Decía Bob Cousy, en su año rookie que sería un jugador correcaminos que se quemaría en la liga al carecer de tiro. El verano siguiente Havlicek trabajó de forma exhaustiva en su lanzamiento para que no se convirtiera en un hándicap de tal manera que durante su segunda campaña ya era un jugador al que no se le podía flotar sin ser penalizado.

Durante las últimas visitas a cada una de las franquicias de la liga fue agasajado y colmado de regalos que no significaban nada para él. Hondo prefería el cariño de la gente. No estaba cómodo en ese papel, sus discursos eran forzados, aprendidos, planos, no era un tipo que se desenvolviera bien en una lluvia de elogios, pero a pesar de ello supo comportarse con profesionalidad. ‘Si puedo ayudar a traer más gente a los pabellones aunque sólo sea por una noche más, me daré por satisfecho’. Todos los compañeros de profesión tenían palabras buenas y de admiración para John Havlicek, pero quizás las que mejor definían su influencia en la NBA era las de, su tantas veces rival, Jerry West:

«John es el tipo ideal para ser el embajador de nuestro deporte. Dio siempre lo mejor de sí cada noche y en cada cancha. Siempre tuvo tiempo y cariño para compañeros, rivales, afición y prensa. Es todo lo que todos los aficionados esperan de un atleta o deportista».

Apodado Hondo, por el personaje que encarnaba John Wayne en un western del mismo nombre, fue conocido así por el gran público durante toda su carrera, sin embargo sus compañeros le llamarían de forma burlona Havli-czech, en referencia al origen checo de su familia. También era objeto de burlas cuando colocaba sus prendas de ropa perfectamente dobladas, colgadas y alineadas. ‘Czech es el único jugador de la liga que cuelga sus calcetines en una percha’ comentaba Frank Challant, asistente de los Celtics.

«No es algo gracioso, soy un hombre de rutina y disciplina. Mis calcetines tienen que secarse. Toda mi vida he sido organizado»

Y así fue hasta el final de su carrera. Aquella temporada de infausto recuerdo para los aficionados de los Celtics, quiso revelar sus intenciones de retirarse durante las primeras semanas de la competición, pero los Celtics comenzaron la temporada con ocho derrotas en nueve partidos y Auerbach lo convenció para que postergara su anuncio. Su inicio de campaña no fue tan regular como acostumbraba debido a una apendicectomía a la que fue sometido durante la pretemporada.

En sus primeros 20 partidos, promediaba alrededor de 12 puntos por partido (una cifra muy baja tratándose de él). El equipo entró en barrena: JoJo White se perdió la temporada por una lesión, Charlie Scott fue traspasado y Tom Heinsohn fue destituido en favor de Tom Sanders, y Havlicek fue reclamado para salvar una vez más a su equipo, de sufrir una deshonra en cada partido. Con 38 años tuvo que permanecer en cancha 34 minutos por noche debido a necesidades del guión. Su promedio anotador ascendió a la nada desdeñable cifra (para un jugador de su edad) de 16 puntos por partido. No faltaron las voces que exigieron su continuidad habida cuenta del rendimiento ofrecido, pero la decisión de Hondo ya estaba tomada.

La prematura eliminación de los Celtics para playoffs permitió que en la última semana se pudieran planificar los preparativos del ‘John Havlicek Weekend’. ‘John nunca ha sido un tipo reconocido como lo fueron Bob Cousy y Bill Russell. La gente se da cuenta ahora y quiere enmendar su error. El número 17 debería ser retirado, no sólo en los Celtics, sino en el resto de franquicias de la NBA’ afirmaba Dave Cowens.

Según se acercaba la fecha de su último partido, Hondo parecía no transmitir mucha sensibilidad respecto a este evento, pero en su hogar había un precedente que había roto ese aparente halo de indiferencia. La familia Havlicek estaba reunida frente al televisor, cuando emitieron un especial dedicado al alero de los Celtics con motivo de su retirada. En el documental pasaron unas imágenes al ritmo de la canción Nobody does it better de Marvin Hamlisch. Beth, su mujer, temblaba de la emoción y Chris Havlicek, corría escaleras arriba en dirección a su dormitorio. La escena de su hijo con todas sus fotos junto a las de su compañeros de los Celtics y algunos uniformes de Boston esparcidos por el suelo de la habitación conmovieron y removieron los sentimientos de Hondo, que ya no estaba tan seguro de mostrarse entero cuando llegara el día de despedirse del Boston Garden y sus aficionados y compañeros.

Inevitablemente el día de la retirada apareció en el calendario tras arrancar la hoja correspondiente al 7 de abril. El Boston Garden lucía sus mejores galas. El homenaje a Havlicek estuvo dividido en dos actos: uno antes del partido, presidido por el comisionado Larry O’Brien, el otro fue en el descanso, a cargo de los Boston Celtics encarnados en la figura de Red Auerbach. ‘Después de 16 años como entrenador y general manager de John, viajando por todo el país y compartiendo tantas experiencias, ¿qué puedo decir?. Solo diré que si tuviera un hijo, me gustaría que fuera como John. Sería el hombre más feliz del mundo?. Tras el partido, un telegrama llegaba a manos de Havlicek, decía lo siguiente:

«Hondo is watching. Congratulations. John Wayne»

John Wayne había ordenado enviarlo desde su habitación en el Massachusetts General Hospital. Havlicek agradecido respondía a la felicitación: ‘Ha sido una parte importante de mi carrera. Nunca lo he conocido, pero he paseado su nombre por todo el país».

El partido fue lo de menos. Sólo decir que los Celtics se impusieron a los Buffalo Braves 131-114. Havlicek fue sustituido a falta de 15 segundos del final para recibir una atronadora y larga ovación poco antes de que 9 puntos consecutivos que llevaron su firma, decantaran el partido a favor de Boston. Havlicek terminó con 29 puntos y 9 rebotes. Después de todo, aquella emotiva fecha fue para él un día más en la oficina, su último día en la oficina.

Comprar entradas NBA

Ficha del autor

Oscar Villares

Aficionado al baloncesto y al deporte en general

En 'Tiempo de Basket' desde 05.04.2021

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

PUBLICIDAD

Cinco Titular