No se trata de una novedad si decimos que Jayson Tatum es, de lejos, uno de los perfiles más maltratados por la prensa desde su irrupción en la élite del baloncesto estadounidense. Ya en sus primeros años como jugador NBA, el alero de Misuri tuvo que lidiar con todas las adversidades que te otorga ser drafteado por la franquicia (ahora ya sí) más laureada de la historia del baloncesto, los Boston Celtics. Su afición es, desde prácticamente sus inicios, una de las más pasionales. En toda la ciudad se respira ese olor a victoria, a lucha, a dejarse absolutamente todo en la pista, sea en el deporte que sea. Y Tatum no iba a presenciar en sus carnes otra cosa que no fuese esta pasión, esta energía del aficionado que te alenta en muchas ocasiones, pero que por otro lado, también puede ser un arma de doble filo.
El día previo a las las Finales, Jayson Tatum, como de costumbre, acudió a la sala de prensa del TD Garden para dar respuesta a varias incógnitas acerca de su juego y el de su equipo. Una de las intervenciones giraba en torno a la idea de que el alero había sido uno de los jugadores más criticados por la prensa y el mundo NBA durante los Playoffs, a lo que Tatum, sonriendo, contestó de modo ingenioso y sarcástico: “¿Tú crees?”. Desde su elección del Draft allá por 2017, y pese a contar con una de las carreras (hasta el momento) más completas y exitosas para un chico de su edad, Tatum ha visto y escuchado de todo: diversas especulaciones sobre su relación y fit en cancha con Jaylen Brown; el pesimismo sobre su lanzamiento de tres y su elección de tiro, si es de verdad o no capaz de crear juego por sí mismo y para sus compañeros, su decisión en momentos cruciales, etc. ¿Su respuesta a todas las críticas recibidas?: “No me lo tomo personal, tal vez no están viendo todo lo demás que estoy haciendo”.
En este punto debemos defender al joven alero. Tatum ha demostrado con el paso de los años que lo suyo no es solo capacidad para anotar y plasticidad. Ha desarrollado su juego a un nivel de absoluta élite de la liga, resultado de ello son sus números en estas Finales, con partidos donde no le ha hecho falta anotar en grandes cantidades y sin embargo ha sabido interpretar de manera espléndida los tiempos y los espacios que el partido demandaba en todo momento. Jayson ha involucrado a sus compañeros en momentos clave de los encuentros con movimientos de balón y visión del juego que antes no tenía. O mejor dicho, que tenía pero sin desarrollar a estos niveles. En estas Finales, Tatum ha tenido actuaciones de 11 rebotes, partidos repartiendo 12 asistencias, otros donde anotaba 31 puntos. Incluso en el Game 1 logró un 42.9% desde el triple anotando 3 de 7 intentos. Si bien sus elecciones de tiro no son las idóneas todavía, no se le puede echar en cara que, lo ha intentado y mucho, y sobre todo, las ha metido.
Con Jayson solo existen dos discursos, para bien o para mal. O tiene suerte de estar rodeado de semejante talento, o él es la razón principal por la que su equipo cumple de forma tan consistente. Es quizá el jugador que, de manera simultánea, más se sobrevalora y a la vez se infravalora de la liga. Como ocurre casi siempre en el deporte, la cara principal de un equipo no recibe el crédito que merece muchas veces, y sin embargo suele ser este el primero que recibe las críticas cuando las cosas no andan bien. Jayson Tatum no es el jugador perfecto, pero seamos honestos con el muchacho. Nadie es elegido para el primer equipo All-NBA durante tres campañas consecutivas por gracia de Dios. Las quejas hacia su juego se centran en las deficiencias que lo excluyen de ser nombrado entre los mejores de los mejores. Pero lo que a menudo se pierde en ese debate son las cualidades que hacen de Tatum, dentro y fuera de la cancha, el jugador que Boston siempre esperó que se convirtiera: el ideal platónico de la NBA para ser un jugador franquicia, y por qué no decirlo, la cara de la liga para el futuro.
Para clarificar las críticas que el jugador recibe por parte de todo aquello que rodea la NBA, Brad Stevens, actual General Manager del equipo y ex entrenador de Tatum, lo tiene claro: “Hay muchas cosas en este trabajo que me quitan el sueño, lo que alguien piense sobre Jayson Tatum o que Jayson Tatum juegue bien no es una de ellas”, concluyó Stevens de forma tajante.
Actualmente no hay muchas franquicias que puedan contar con que su mejor creador ofensivo sea, además, un gran defensor perimetral que sume en ambos lados de la pista. Desde el punto de vista de la construcción de una plantilla, la flexibilidad que le proporciona Tatum a estos Celtics no tiene valor capaz de medirse. Al igual que para el propio Tatum. La suya es una situación mutuamente beneficiosa. Este año el alero ha contado con un elenco plagado de calidad, determinación y autoexigencia. Sus compañeros son complementos idóneos para él, y así lo han demostrado todo el curso. Con 26 años y aún con margen de crecimiento, Jayson no ha alcanzado su excelencia baloncestística. El título de la NBA quizá no acalle todas las críticas que recibe diariamente, pero sí debería resaltar todas y cada una de las formas en que facilita la vida de sus compañeros, y esta, amigos míos, es una característica distintiva y muy especial que comparten los deportistas más grandes de todos los tiempos. Porque ya lo dice Tatum: “Si necesito tener 16 asistencias potenciales cada noche, y eso es lo que nos pone en la mejor posición para ganar y no significa que soy el máximo anotador, cuenta con ello”.
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Ficha del autor
Periodista uruguayo
Licenciado en la Universidad Miguel Hernández de Elche
En 'Tiempo de Basket' desde 05.03.2024







