Hace un tiempo, a principio de la temporada pasada, dedicamos unas líneas a analizar la figura de Víctor Wembanyama. Consideramos que era un jugador diferente a todo lo que habíamos visto hasta el momento, un cuerpo de más de 2,20 de estatura que se movía como si midiera poco más de 2, una técnica propia de un alero alto y un cerebro semejante a un playmaker. En los primeros pasos de la temporada 23/24 vimos algunas dudas, no por parte de los Spurs ni del propio jugador, que eran muy conscientes de cómo se debía gestionar el caso, sino por parte de algunos aficionados o incluso de algunos sectores de la prensa, unos herejes que pronto empezarían a creer.
Ciertamente es complicado no caer en la tentación del baloncesto más tradicional y, en algunos casos rancio, y no establecer a Wemby como amo y señor de la zona en ataque y en defensa, su movilidad y envergadura lo convierten automáticamente a candidato al mejor defensor del planeta año tras año, una especie de Rudy Gobert 2.0, mejorado en casi todos los aspectos en los que el pívot francés se hace fuerte. En ataque sucede algo parecido, con un físico de esas características se le podría dar el balón cerca de la canasta para poder hundir la pelota hacia abajo una y otra vez, al más estilo Shaq Attack, sin embargo, Wembanyama no es esto. Se debe realizar un ejercicio de apertura mental para conocer hasta qué punto es distinto el jugador francés. Una de las frases que más se repiten cuando se habla de su potencial la hizo el siempre polémico ya la vez fino Draymond Green: “El peor de los Wembanyamas posibles, será el mejor defensor de todos los tiempos” toda una declaración de intenciones del viejo Green.
En su año rookie se podría decir que el jugador francés venció, pero no convenció, sus 21.4 puntos, 10.6 rebotes y 3.6 tapones por partido lo catapultaron a ser nombrado Rookie del año, pasando por encima de Chet Holdrem, esperanza de los demasiados haters de Wemby. Los Spurs se hundieron en los abismos de la conferencia Oeste y se culpó al joven francés de 20 años de ser el responsable máximo de este declive. No se entendía que no jugara más dentro de la zona, si lo hubiera hecho sus porcentajes, puntos y rebotes hubieran subido como la espuma, al igual que las victorias del equipo tejano, o eso decían. Un 32% en tiros de 3 se asemejaba pobre por los 5 y medio que lanzaba por partido, cada vez que erraba un triple el aficionado lamentaba que no hubiera hecho un mate dentro de la zona. Pero todo esto estaba calculado hasta el milímetro en la mente de quien gestionaba al jugador, Pops, a quién esperamos una pronta vuelta, sabía perfectamente que había y hay un elemento indispensable en todos los jugadores del mundo: el aprendizaje, y Wemby no sería un caso excepcional. En última instancia, el órgano más importante para cualquier jugador de baloncesto es el cerebro, da lo mismo la fuerza que tengas en las piernas si no sabes cómo debes utilizarlas y el cerebro del jugador francés tiene muy claro que su posición es la de point o shooting guard. Al final, el hecho que tanto cuesta de entender por parte de cierto sector es que, cuando Wemby esté preparado, será mucho más eficiente como jugador exterior que como interior.
Este curso hemos tenido pruebas de ello, en enero hemos visto un descenso de su rendimiento, pero en el mes de diciembre tuvimos una muestra de lo que nos esperan los años venideros: 28,5 puntos 10 rebotes, 4.8 asistencias y 4.5 tapones por partido con un 37 % en triples, son estadísticas que harían soñar al más incrédulo de sus haters. Incluso empezó a salir su nombre en la carrera del MVP, en el caso que pudiera mantener el nivel, cosa que de momento no ha sucedido. Wembanyama ha empezado a entender los espacios, a tener paciencia, a saber escoger mejor sus lanzamientos y esto ha repercutido positivamente en su juego. Definirlo en una posición en concreto sería solo tarea para los valientes, quizás fuera necesario crear una posición para el lugar que ocupa en la cancha. En mi opinión se ha hecho un excelente trabajo con él en este sentido, ya que parece que se ocupa de lo que se debería ocupar en los instantes que interviene en el juego, es decir, en defensa siempre está molestando para taponar o para evitar un lanzamiento cómodo del rival, y en ataque parece posicionado para obtener el lanzamiento deseado.
Desde un punto de vista estrictamente personal, creo que los dos factores diferenciales en el juego del joven son: la capacidad de intimidar o taponar y el hecho que raramente realizará un mal lanzamiento. Vamos por partes, la movilidad y envergadura de Wemby provocan un estado pseudocatatónico a sus rivales, les inunda del miedo a ser taponados, no solo es el líder en tapones de toda la NBA con 4 por partido, sino que la cantidad de lanzamientos que evita o desvía con su sola presencia es demencial, de aquí el sentido de las palabras de Draymond Green expuestas anteriormente. El otro elemento es la incapacidad de realizar un mal lanzamiento, es decir, si consideramos un buen tiro todo aquel que se realiza en una posición liberada, en el caso de Wemby no existirá otra opción en la medida que no existe jugador que llegue a taponarle en suspensión, es una cuestión de física elemental. Estos factores me llevan a pensar que estamos ante un jugador que puede marcar una época en el deporte estadounidense. Tampoco hay que descuidar la parte mental o psicológica, no son pocos los jugadores de la NBA que han llegado con un talento fuera de serie y se han quedado lastrados en el camino por culpa de su mala cabeza, da la sensación que no será el caso de Wemby. Su entorno es muy familiar y todos hablan maravillas de su mentalidad, un chico muy responsable, trabajador, inteligente y, sobre todo, ambicioso. Sabe lo que tiene y quiere explotarlo al máximo para llegar a ser el mejor jugador de baloncesto posible.
Volviendo al inicio, recuerdo ese primer artículo que escribí bajo el titulo de “La incógnita de Wembanyama”, la perplejidad que me producía estar ante un jugador tan diferente me generaba una cantidad ingente de preguntas que intentaba resolver de manera más o menos argumentada pero siempre dejando entrever que, en realidad, no sabemos lo que nos puede deparar este chico, ya que no existen registros previos de jugadores con características similares. En mi opinión en breve lo veremos como un candidato sólido para el MVP catapultando a sus Spurs a ser unos firmes candidatos al anillo y, si las lesiones le respetan, daremos gracias a Dios haber coincidido en el espacio-tiempo con él.
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En 'Tiempo D3 Basket' desde 19.10.2023