sábado, septiembre 30, 2023
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Una moneda, una decisión: cómo cambió la historia de los Bucks

A pesar de las apariencias era un día como cualquier otro para Walter Kennedy, comisionado de la NBA. Era el 19 de marzo de 1969, un día típicamente lluvioso del noreste de los Estados Unidos. Como de costumbre Kennedy se despertó poco después de las siete mientras el amanecer se asomaba por la ventana en su casa de Stamford, Connecticut. Vestía un traje azul oscuro y una corbata de rayas. Mientras desayunaba hojeaba el periódico de la mañana. Más tarde en el tren a New York City tendría tiempo de leerlo más detenidamente. Las manecillas del reloj estaban a punto de marcar las ocho y media mientras se ponía el abrigo y se preparaba para completar el corto trayecto hasta la estación de New Haven Railroads Stamford donde cogería el tren de las 8:47 a la Grand Central Station. Esa mañana hizo algo que no era costumbre en él. Fue a su despacho, abrió un cajón del escritorio y sacó una de las dos monedas de medio dólar con la cara de John F. Kennedy que le había regalado el hermano del difunto presidente, Robert F. Kennedy. Introdujo la moneda en el bolsillo derecho de su pantalón y se dirigió a la estación.

Aquella moneda, giraría en el aire más tarde aterrizando sobre una de sus dos caras para determinar qué franquicia de la NBA tendría los derechos de negociación con el más importante prospecto de jugador salido del baloncesto universitario. El equipo que resultara agraciado en aquel lanzamiento de moneda tendría la posibilidad de ofrecer un contrato a Lew Alcindor y la más que probable garantía de obtener éxitos inmediatos. Para la franquicia derrotada no habría consuelo posible. Verían caer sus anhelos depositados en un castillo de naipes.

Las dos franquicias involucradas en el sorteo eran dos recién llegadas a la liga: Milwaukee Bucks y Phoenix Suns. Ambas organizaciones tras una decepcionante y frustrante temporada (como corresponde a un equipo en expansión) se hallaban ante la tesitura de convertirse de la noche a la mañana en un contendiente para conquistar el campeonato. Pero fuera quien fuera el ganador no había garantías para poder incorporar a Alcindor a su disciplina. Como ya he dicho antes, el vencedor ganaba el privilegio de NEGOCIAR con el jugador. La ABA, la otra liga profesional que competía con la NBA, también estaba determinada a reclutar a Alcindor y dar un golpe de efecto en sus pretensiones iniciales de forzar una fusión entre ambas ligas.

Después de que Alcindor lograra ganar su tercer título universitario de forma consecutiva con UCLA, era hora de señalar en la agenda su próximo destino: el baloncesto profesional. «Ni siquiera tengo todavía un agente, y no tengo ninguna preferencia por ninguna de las dos ligas, porque existen muchas variables para decidir mi futuro». La misma noche en la que realizó esas declaraciones asistió a un partido de la ABA entre los Kentucky Colonels y los Minnesota Pipers, equipo en el que militaba Connie Hawkins, un viejo amigo de batallas de los playgrounds de New York. No muy lejos en las gradas se hallaba el comisionado de la ABA, George Mikan. Por un momento Alcindor parecía tener el destino de la liga del balón tricolor entre sus manos. Si Alcindor firmaba con la ABA, el daño para la NBA sería irreparable. La firma del pívot de UCLA supondría automáticamente un contrato de televisión a nivel nacional y daría un giro de 180º a la situación económica que atravesaban sus franquicias.

Lew Alcindor UCLA

Lew Alcindor estaba atrapado entre dos aguas. Por un lado estaba el deseo de jugar en la NBA y probarse contra los mejores jugadores de planeta cada noche, y por otro lado estaba su deseo de jugar en New York. El jugador sabía que esta segunda opción estaría descartada si se decantaba por la NBA, ya que sus dos posibles destinos eran Milwaukee y Phoenix. Ninguno de ellos era atractivo para Alcindor. El comisionado de la NBA había dejado bien claro que no habría excepciones ni tratos de favor en su intento de reclutar al jugador. No cabía la posibilidad de que fuera enviado directamente a los Knicks si eso garantizaba la decisión de jugar en la NBA. Sería la franquicia ganadora del sorteo la que tendría que ser diligente en sus gestiones para convencerle.

Por otro lado, los New York Nets de la ABA tampoco parecía ser un destino soñado, La franquicia llevaba dos temporadas en números rojos. Los Nets jugaban sus partidos en Commack, Long Island, que no era exactamente Broadway y la 42. Así que Alcindor siempre se mostró de forma vaga y ambigua sus preferencias. «En la ABA podría jugar en New York, pero la NBA es una competición con más talento. El dinero también será importante». Y efectivamente el dinero iba a ser un factor importante. Cualquiera que quisiera obtener sus servicios tendría que olvidarse de ofrecer una cantidad de 6 cifras. Era requisito imprescindible empezar la puja en un millón de dólares. Tanto los Bucks como los Suns estarían encantados de pagar esa suma, pero antes deberían resultar ganadores de un procedimiento tan banal como lo era el lanzamiento de una moneda.

El tren procedente de Stamford llegó puntual a la Grand Central Station, sobre las 9:30. Desde allí Walter Kennedy tomó un taxi al West Side, a nueve manzanas del centro de la ciudad en su oficina del Two Penn Plaza, un rascacielos de 29 plantas inaugurado el año anterior, junto al Madison Square Garden. Se bajó en la planta número 23 y llegó a su despacho sobre las 10. La mañana pasó rápido. Los playoffs estaban a punto de comenzar y tuvo un almuerzo de trabajo para hablar de este tema y de la ceremonia del draft. De vuelta a su oficina, el comisionado estaba preparado para el histórico sorteo. Eran las tres de la tarde en New York, las dos en Milwaukee y la una en Phoenix. Kennedy se puso en contacto a través de conferencia telefónica con Wes Pavalon, propietario de los Bucks, y Dick Bloch representando a los Suns.

«Buenas tardes, Wes, tengo en línea también a Dick» fue el saludo de Kennedy. «Ahora os diré cómo vamos a proceder. A mi lado tengo a Connie Maroselli y Helen-Marie Burns, miembros del staff de la oficina central de la NBA como testigos. Dejaré el teléfono sobre mi mesa sin colgar, lanzaré la moneda al aire la cogeré con mi mano derecha y la pondré sobre mi mano izquierda».

Ambas franquicias habían llegado al acuerdo de que Phoenix elegiría primero. Jerry Colangelo general manager de los Suns había realizado un experimento previo lanzando 200 veces una moneda para comprobar si había prevalencia de un resultado sobre el otro. Como es natural llegó a la conclusión de que no había un método científico para un asunto como el azar, así que hicieron una votación entre los aficionados para que determinaran la opción que debían escoger. En dicha votación se decidió que los Suns debían escoger cara.

«Muy bien, ahora dejaré el teléfono apoyado encima de mesa para lanzar la moneda» anunció el comisionado a sus interlocutores. El silencio se hizo en la conversación. Por unos segundos no se oyó nada. A continuación se pudo escuchar desde el otro lado del teléfono el sonido de la moneda siendo atrapada por la mano derecha de Kennedy y chocando contra su mano izquierda. Era el momento de anunciar el resultado. «Ha salido cruz».

Un estallido de alegría se escuchó desde el lado de Milwaukee, y a continuación un grito. «¿Qué ha pasado?» exclamó el comisionado. El quejido era la voz de John Erickson, general manager de los Bucks, que sufrió una quemadura en la cara porque Wes Pavalon, con la emoción del momento besó a Erickson… sin sacarse el cigarrillo de la boca. En el otro lado a 3.000 millas de distancia, Dick Bloch rompió el silencio sepulcral para felicitar a Wes Pavalon. «Odio decirlo, pero felicidades».

La mitad del trabajo estaba hecho, ahora Wes Pavalon y los Milwaukee Bucks tendrían que convencer a Alcindor para que firmara por sobre la línea de puntos. Para tomar una decisión, el jugador delegó en dos representantes. Uno era Sam Gilbert, de quien planeaba la sombra de la sospecha por ofrecer incentivos a los jugadores de UCLA transgrediendo las normas de amateurismo de la competición colegial, y el otro era Ralph Shapiro un abogado de un bufete de Los Angeles. El objetivo de Alcindor y sus asesores era no convertir su firma en una interminable guerra de pujas que trascendiera a los periódicos dañando aún más su ya deteriorada imagen pública. Para asegurarse de esto, Alcindor comentó a sus representantes que iba a escuchar a ambas partes y considerar una única oferta por cada bando. En lo más profundo de su ser, deseaba que los New York Nets pusieran sobre la mesa la mejor oferta.

«Toda mi vida he soñado con jugar en los Knicks, pero desde el mismo momento que perdieron cualquier derecho a contratarme, empecé a considerar la opción de jugar en los Nets. No hay nada como jugar en New York».

Sin embargo, Alcindor había dado su palabra y se decantaría por la mejor oferta. Los Bucks hicieron su primer movimiento, le ofrecieron cinco años de contrato por un montante aproximado de 1,4 millones de dólares, lo que le convertiría en el rookie mejor pagado de la historia. Al día siguiente Alcindor acompañado de Gilbert y Shapiro se citaron con Arthur Brown , el propietario de los Nets en su casa de Manhattan. A dicha reunión también asistió George Mikan, comisionado de la ABA. Brown puso su oferta encima de la mesa: 5 años y un millón de dólares. Alcindor desilusionado exclamó:

-No es tan buena como la oferta de Milwaukee.
-Es lo más lejos que podemos llegar -respondió Brown.

Lew Alcindor dejó a Shapiro y Gilbert y regresó a su hotel. No podía disimular el gesto de decepción en su rostro, algo que sorprendió bastante a sus asesores. Se rumoreó que el comisionado George Mikan tenía otro cheque por valor de un millón de dólares para sumar a la oferta de los Nets, para asegurarse de que el pívot de UCLA desarrollara su carrera profesional en la ABA, pero el propietario de los Nets afirmó que no estaba buscando ayuda para reclutar a Alcindor. Horas más tarde, ya en el hotel, los representantes del jugador llamaron a Walter Kennedy para darle las buenas noticias.

-¿Es definitivo? – preguntó Kennedy
-Sí – respondió Gilbert – Prepara el contrato para firmarlo.

Esa misma noche, algunos representantes de los equipos de la ABA se pusieron en contacto con Gilbert en un intento de reabrir las negociaciones. La segunda oferta tenía un valor total de 3,25 millones de dólares, incluyendo 500.000 dólares en efectivo, el 5% de las acciones de los Nets (valoradas en 100.000 dólares), un salario de 200.000 dólares al año, y un pago anual de 62.500 dólares durante 2 decenios a partir de los 41 años, además de otros incentivos. Era demasiado tarde, Lew Alcindor había dado su palabra y no estaba dispuesto a romperla.

«Es un sueño hecho realidad» exclamaba lleno de júbilo Wes Pavalon. «La decisión que ha tomado dice mucho de su integridad como persona».

El 18 de octubre de 1969, Lew Alcindor debutó con su nuevo equipo frente a los Detroit Pistons. Después del partido, los Bucks cenaron en el comedor del Pfister Hotel de Milwaukee. Walter Kennedy asistió a aquella cena, y allí mismo le entregó a Wes Pavalon la moneda de medio dólar con la silueta de John F. Kennedy que había utilizado en el sorteo que deparó que los Bucks pudieran negociar con Alcindor. Solo unos pocos personajes presentes en esta escena pudieron ser testigos de las lágrimas de alegría rodando por las mejillas de Pavalon.

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