El diccionario define el término reinvención como “la acción o proceso por el que se somete algo existente a una nueva ideación” pero no habla de lo complicado que es llevarlo a cabo, sobre todo cuando las cosas van bien.
Victorias y títulos aparte, lo que más he admirado siempre de Gregg Popovich es esta capacidad, casi innata, para reinventarse porque, si ya hacerlo es algo complicado, lo es mucho más cuando se hace después de haber ganado, porque… ¿para qué reinventarse si ya eres el mejor?
Nada tiene que ver el Pops que en 1996 empezaba su aventura en San Antonio con el que vemos hoy en día. Desde su primer anillo en 1999, hasta el último, en 2014, Gregg ha evolucionado sus ideales y ha ido adaptando su forma de entrenar al contexto y a las exigencias de cada temporada. Y esto es algo muy complicado y que, lamentablemente, no se ve tanto hoy en día. En la liga, estamos hartos de ver a entrenadores con unos ideales fijos y muy marcados, que tratan de imponer a toda costa y en todos sus equipos a lo largo de toda su carrera. Algunos ejemplos como el de Thibodeau son claros. Grandes entrenadores cuyas convicciones e ideas son fijas e inamovibles desde que entran en la liga y cuya evolución no es muy marcada a lo largo de los años. El caso de Gregg no tiene nada que ver con esto. Desde que entró en la liga ha sido como una esponja y ha ido absorbiendo, poco a poco, todos los conocimientos que la experiencia y sus ayudantes le proporcionaban. A pesar de ser uno de los mejores entrenadores que han pasado por la NBA y de llevar ya más de 20 años en la liga, Popovich ha reconocido que sigue aprendiendo día a día y que disfruta escuchando a todo aquel que quiera aportar algo. Creo que esto es una de las claves de su tremendo éxito.
Pops fue capaz de, tras el anillo de 1999, reinventarse para poder volver a conseguirlo hasta en cuatro ocasiones más en 2003, 2005, 2007 y 2014. Ganar un anillo es algo muy complicado y a la altura de muy pocos entrenadores, hacerlo hasta en cinco ocasiones es algo casi imposible y si además, entre tu primer y último título pasan 15 años, esto se convierte en una gesta generacional y prácticamente irrepetible. Si miramos todos estos equipos, del que salió campeón por primera vez en 1999 al que, para mi gusto jugó uno de los mejores baloncestos que yo haya presenciado en 2014, nada tienen que ver. Popovich ha sabido reinventarse temporada tras temporada y sacar lo mejor de todos y cada uno de sus pupilos, no solo en el plano profesional, sino también en el personal. Es por todos conocido que a Gregg le encanta reunir a sus jugadores alrededor de una mesa para disfrutar de una buena comida y de una de sus grandes pasiones, el vino. Para él, es fundamental que el equipo sea como una familia y que todos tengan una gran relación ya que si te llevas bien fuera de la pista será mucho más fácil que las cosas salgan dentro. Pops ha excedido ya la definición de entrenador para convertirse en una especie de “padre” dentro de sus vestuarios.
Además de todo esto, Gregg siempre ha sido un revolucionario que ha ido evolucionando rodeándose de los mejores profesionales y sin permitir que el ego se apoderase nunca de él. Es muy fácil que llevando más de 20 años en la NBA y con 5 anillos a tus espaldas creas que eres el mejor, el que más sabe y que, a tus 70 años, no te apetezca escuchar a jóvenes entrenadores que están empezando.
Uno de los ejemplos que creo que mejor demuestra esto y que más me gusta traer siempre a colación es el que, desde 2014, unió a Becky Hammon, recién retirada de su carrera como profesional en la WNBA, con el bueno de Gregg. Popovich llevaba un tiempo siguiendo sus andaduras en las San Antonio Stars y decidió darle una oportunidad como parte de su Staff tras conocerla personalmente en un avión. A Pops no le importó que fuera joven, que no tuviera experiencia como entrenadora y, por supuesto y ni mucho menos, que fuera una mujer. Él necesitaba alguien con ideas innovadoras, una visión amplia del juego y sin miedo a decir lo que pensaba y encontró en Becky justo lo que estaba buscando. Desde ese primer momento en el aeropuerto Popovich lo tuvo claro, quería a Hammon en su equipo. Y esto es tan solo un ejemplo, de las decenas que ha ido generando a través de su exitosa carrera.
Esta semana, Gregg Popovich puede añadir a su inmaculado currículum el convertirse en el entrenador con más victorias en toda la historia de la Regular Season de la NBA superando así al mítico Don Nelson. Esto es, sin duda, un premio más a su constancia y vigencia a lo largo de los años, pero, sobre todo a su excelsa e innata capacidad de reinvención.
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