Si a cualquier persona aficionada al deporte le preguntas por la mejor liga de baloncesto del mundo, la respuesta será prácticamente unánime: la NBA. Una competición que ya cuenta con tres cuartos de siglo a sus espaldas, por la que han pasado algunos de los mejores deportistas de toda la historia, donde juegan los mejores jugadores de la actualidad, que cuenta con un sistema de Draft que permite que cada año la liga se iguale todavía más y, en definitiva, donde cada noche podemos ver los duelos más apasionantes entre los mejores equipos del mundo. Podemos estar horas citando las grandes acciones que realiza la NBA, tanto a nivel deportivo, para que el nivel de la competición sea cada vez más alto, como de marketing, para expandirse, no solo por Estados Unidos, sino por el resto del mundo. No obstante, no todo es “de color de rosas” en la mejor liga de baloncesto del mundo.
Una de las situaciones que, actualmente, y a lo largo de toda su historia más veces se ha dado y se seguirá dando, es la deshumanización de los jugadores en los periodos de traspasos. He leído a periodistas defendiendo este sistema, alegando que “cobran mucho” y que va “dentro de su contrato” el tener que mudarse según las necesidades de las franquicias, convirtiéndolos entonces en meros activos al servicio de los General Managers. En cada mercado se intercambian cientos de jugadores como si de cartas del 2K se tratase y, no olvidemos que, por mucho que cobren, son personas, con sus familias, sus amigos, sus casas y sus costumbres dentro de la comunidad donde viven.
A nadie le agrada tener que irse de la noche a la mañana de su casa, del sitio donde estás, donde tienes ya tu vida montada y, lo peor de todo, es que sucede de repente, sin apenas tiempo ni para despedirte. Muchas veces tienes que coger un avión para incorporarte a tu nueva franquicia a la mañana siguiente. A lo largo de la historia tenemos miles de casos de este tipo. En cada mercado, muchos son utilizados como meras monedas de cambio para conseguir otras piezas que encajen mejor en el equipo. Pero lo peor de todo esto es la manera en que las franquicias gestionan todo esto, ya que muchos de los jugadores ni siquiera se enteran por ellas sino por Twitter, por un tweet de Wojnarowski o Shams Charania (periodistas NBA de Estados Unidos) que dice algo así como:
The Pacers are trading Domas Sabonis, Jeremy Lamb and Jeremy Lamb to Sacramento for Tyrese Hailburton, Buddy Hield and Tristan Thompson, sources tell ESPN.
— Adrian Wojnarowski (@wojespn) February 8, 2022
Es cierto que, depende del caso, algunos General Managers avisan previamente al jugador y le dicen que puede ser traspasado, que esté preparado, pero en muchas ocasiones ni siquiera es así. Como decía, muchos de ellos se enteran por un simple tweet y cuando se ponen en contacto con la gerencia ni siquiera reciben un adiós digno y a la altura de lo que son, personas. Porque no olvidemos que por mucho que cobren, por muchas facilidades que tengan en sus vidas no dejan de ser como nosotros, con sus problemas, dificultades, y, por supuesto, no merecen ser tratados como simples fichas de intercambio. La empatía y cercanía, en estos casos, es algo esencial y que siempre debería existir.
Pero, como creo que estas cosas se entienden mejor y permiten empatizar más con la situación de los jugadores conociendo historias reales y concretas, creo que es mandatorio traer a colación uno de los sucesos más recientes con uno de los protagonistas menos esperados para todos: Tyrese Haliburton.
El pasado jueves 10 de Febrero fue el cierre de mercado en la NBA, conocido como el famoso “Trade Deadline”, en el que durante las últimas horas, la locura impera entre las franquicias de la liga intentando hacer algún movimiento para mejorar sus roster de cara a la segunda fase de la temporada. La verdad es que este año tuvimos auténticos bombazos como el intercambio entre Philadelphia y Brooklyn o la marcha de Porzingis a Washington pero también alguna que otra sorpresa “under the radar” como la que implica a nuestro protagonista.
Por ponernos un poco en contexto, Tyrese Haliburton es un sophomore que el año pasado, tras completar dos temporadas en la universidad de Iowa State, decidía presentarse al Draft, siendo escogido por los Sacramento Kings en la duodécima posición. Durante su primera temporada en la liga empezó a dejar claro porque estos Kings habían apostado por él. Capacidad de liderazgo, habilidad para anotar, una excelsa capacidad para generar juego y encontrar siempre el compañero desmarcado, buenas condiciones atléticas para seguir desarrollando su juego…Todo hacía indicar que Tyrese podría marcar una época en Sacramento y ser el pilar sobre el que construir un equipo aspirante. Además, el jugador, incluso en la ceremonia previa al Draft, siempre había mostrado interés en recalar en el equipo de California. Parecía un fit inmejorable y que jugador y franquicia iban a ir de la mano durante muchos años pero entonces, y sin que nadie se lo esperase, llegó el fatídico día. Los Kings, que hace tan solo un año habían decidido apostar por él, lo mandaban rumbo a Indiana para poder traer a un All-Star como Domantas Sabonis, con la intención de que en un corto plazo les pudiese ayudar, al menos, a disputar el Play-In (recordemos que si Sacramento no clasifica esta temporada para los Playoffs serán la franquicia que más años de forma consecutiva esté sin hacerlo). Pero, lo peor de todo esto no es el mero hecho en sí del traspaso, que en mi opinión es un craso error, sino las formas de llevarlo a cabo.
Haliburton declaró “Estaba terminando el desayuno en mi casa, y lo primero que pensé fue que tal vez me estaba llamando para darme información privilegiada sobre algunos jugadores que nuestro equipo estaba buscando”. Sin embargo, nada más lejos de la realidad ya que, Monte McNair, General Manager de la franquicia, sería muy breve y conciso con él: «Hola, solo quería ponerme en contacto contigo porque creo que podrías ser intercambiado». Tras unos minutos en los que Tyrese no sabía qué hacer o decir, su teléfono volvía a sonar y su corazón se congelaba por un instante, era otra vez McNair: “Solo quería que supieras que hicimos un intercambio y te enviaremos a Indiana. Te deseo lo mejor”. Tras esto, el joven jugador colgaba y comenzaba a llorar desconsoladamente. Hace tan solo unos minutos su mente estaba puesta solamente en Sacramento, en ayudar al equipo a seguir creciendo y, quien sabe si, en los próximos años, llegar a marcar una época allí. Durante toda su estancia en la franquicia siempre había declarado sus inmensas ganas de pertenecer a ella y poner todo de su parte para crear un equipo ganador. Y todo eso se había desmoronado en apenas unos minutos y, de aquella manera, con un frío “Has sido traspasado, te deseo lo mejor”. Un final que ni mucho menos se esperaba ni se merecía. Otro ejemplo más de la deshumanización del deportista profesional en la liga.
También existen muchos otros casos, por supuesto, sin ir más lejos el de Juancho Hernangómez, que esta temporada ha sido utilizado como moneda de intercambio llegando a jugar hasta en cuatro equipos diferentes. Es cierto que son unos privilegiados por estar ahí, que cobran mucho dinero y que tienen muchas facilidades pero también mucha presión sobre sus hombros y, recordemos, que tras cada gran partido o cada debut en la NBA, hay miles de horas de trabajo detrás que no vemos, muchos sacrificios y mucho esfuerzo. Y al final son personas, exactamente igual que nosotros y, por supuesto, hay que tratarlas como tal y no deshumanizarlas por tener una posición privilegiada, que, por cierto, se han ganado con su sudor, nadie les ha regalado nada.
No obstante, después de todo, y al final, la vida son cambios y el éxito se basa en nuestra capacidad para adaptarnos a ellos y, en el caso de Tyrese, ha decidido poner todo de su parte y, después de apenas unos partidos en Indiana, ya se ha convertido en una pieza fundamental y en uno de los ejes principales sobre los que basar su reconstrucción. Pero, ojalá en los próximos años las franquicias puedan cambiar la forma de gestionar este tipo de cuestiones porque en el caso de Haliburton ha salido bien, al menos para el jugador y para su nueva franquicia, pero en otros muchos casos esto puede marcar las carreras de los deportistas y afectar gravemente a su salud mental.
Al final, y por el momento, parece que “es lo que hay” y que los jugadores deben afrontarlo con la mayor entereza posible y evitar derrumbarse porque tanto en la NBA como en la vida tienes tres opciones: dejar que te marque, dejar que te destruya o dejar que te fortalezca y en el caso de Tyrese, está claro que ha dejado que le fortalezca.
🛍️ Comprar entradas NBA
BALONCESTO #NBA. Historias, noticias, anécdotas y curiosidades de la mejor liga del mundo.
En 'Tiempo de Basket' desde 23.09.2020